Capítulo LXXI: Cambio

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Takemichi respingó cuando un sollozo se escapó de los labios de Hina.

—¿Ocurre algo? —Él se aproximó hasta su prometida, inclinándose para ver el correo que leía y se sintió orgulloso porque ella era tan genial que no tenía problemas entendiendo las palabras escritas en inglés.

—Es (T/N)... —Hina alzó la mirada, las lágrimas deslizándose por sus mejillas.

—¿No va a poder venir? ¿Le pasó algo malo?

La chica agitó la cabeza y tuvo que respirar profundo para reunir el aplomo suficiente para hablar. Takemichi tomó su mano para darle ánimos.

—Su prometido me mandó un correo diciendo que ella murió hace cuatro meses. —Hina apretó los labios.

—¿Qué? —Takemichi parpadeó, estupefacto, al punto en el que sus piernas flaquearon y tuvo que desplomarse en una silla—. Pero... Ella...

No le había dicho nada del futuro, hacía doce años. Quizás no había logrado viajar después del breve abrazo que compartieron, pero de ser el caso se lo hubiera dicho. Así que quiso suponer que el futuro sería bueno cuando no tuvo ninguna noticia por su parte.

—Dice que me escribió porque vio el correo en la bandeja de entrada de su mail. —Hina intentó secarse las lágrimas, pero no dejaban de fluir—. ¿Cómo le voy a decir a Emma? Con la ilusión que todas teníamos de volver a verla...

Takemichi apretó la mano de su novia para darle fuerzas, fuerzas que a él le estaba costando reunir. Ella no podía simplemente desaparecer. Cuando había regresado a su línea de tiempo, al 2018, se había enterado de que (T/N) no había regresado a Japón ni se había continuado comunicando con ellos. Draken le había dicho que había perdido contacto con Mikey en 2009, y versiones similares de la historia se repitieron con todos sus amigos. Por un tiempo, Takemichi quiso creer que las cosas estarían bien así, sus amigos estaban vivos, se casaría...

Pero no podía sacarse de la cabeza lo que sería de Mikey y (T/N), no tenía sentido un futuro en el que no estuvieran juntos. Y si tenían que separarse, pues debían hacerlo bien. No así, no era justo, y ya no podía regresar al pasado porque Naoto no tenía razones para desear cambiarlo.

Ambos respingaron cuando tocaron el timbre del pequeño apartamento de Hina y Takemichi, con los ojos anegados, se ofreció a abrir. Se aseguró de que no fuera nadie sospechoso a través de la mirilla y lo sorprendió que, cuando no se apresuró a abrir la puerta, deslizaran un sobre por debajo. El repartidor se fue y Takemichi se agachó para tomar el sobre.

Era una carta sin remitente, escrita con una letra que reconocía, pese a que solo en dos ocasiones la había leído. Su corazón se estrujó al leer el contenido en el que Mikey le contaba cómo (T/N) había muerto y le rogaba que, por favor, saltara en el tiempo y la salvara. Sin embargo, ¿cómo podría explicarle que ya no podía hacerlo, a pesar de que, si era por sus dos amigos, lo haría?

La idea no había abandonado su mente desde que abrió la cápsula del tiempo que habían hecho hacía doce años. Lo perturbaba un poco que Mikey hubiera atinado a cada una de las ocupaciones de sus amigos, que no supiera que sería de él en el futuro, pero que tuvieran siempre presente que estarían compartiendo ese inmenso cielo. Pero lo que lo desencajaba era la cinta con una grabación suya diciéndole que se esforzaría por salvarlos a todos, que sus métodos podrían ser ineficientes, pero que lo lograría con la misma vehemencia que Takemicchi había empleado. Luego, tras unos segundos en los que creyó que el vídeo había terminado, dijo que le gustaría si pudiera volver a estar con su novia, que quizás ese era el único futuro que tenía claro, pero no estaba seguro de si sería posible.

Y Takemichi le había gritado al televisor que sí, que podía hacerlo, que el Gran Mikey era capaz de eso y más, pero no había quien escuchara sus palabras de ánimo y ahora...

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora