Capítulo LVII: Paseo

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Repasó con los ojos todos los títulos en la estantería. Extrañaría muchísimo eso de Japón porque en las librerías de su ciudad no había tantos títulos disponibles. Había ido a devolver todos los libros que había pedido prestados y meditaba si era buena idea comprar alguno, después de todo, el único libro que llevaría a casa era el que le regaló su novio.

De soslayo, se percató del ligero puchero en los labios de Manjiro, que parecía abrumado porque eran demasiadas letras. La sorprendió tomarlo con la guardia baja cuando depositó un beso en su mejilla.

Manjiro se llevó una mano al cachete, sin poder controlar su rubor, pero curvó los labios, enmarcó su rostro y, sin importarle que alguien los estuviera viendo, la besó en los labios. Rio entre dientes cuando ella le dio un ligero empujoncito.

—Tú empezaste —se excusó él y extendió la mano para tomar uno de los libros—. Te gustaba este, ¿no? Y la portada está bastante bien, hasta podría leerlo.

—Entonces sabría que el Apocalipsis se acerca —repuso ella—. La verdad es que no sé si llevarme algo por el peso extra...

—Pero puedes llevarlo en el equipaje de mano, ¿no? —opinó Manjiro.

—Tienes razón. —Ella asintió y aceptó el libro que le ofrecía su novio—. Gracias. ¡Me llevaré este! Así será aún más fácil recordarte.

Manjiro le sonrió con suavidad, pese a ello, fue consciente un poco más de que se marcharía al día siguiente. No estaba listo para decirle adiós y ni siquiera estaba seguro de si podría ir a despedirla en el aeropuerto.

Así que se dedicó a observarla mientras daba dos vueltas más por la librería. Le causaba gracia cómo tomaba varios libros al azar, los ojeaba, y los devolvía a su sitio con expresión conflictuada. Él se distrajo con algunas revistas de Fórmula 1 y Motocross, y reaccionó cuando su novia tomó una de las revistas y se puso a leerla.

—¿Has pensado en hacer esto en el futuro? Sé que siempre conduces con cuidado cuando voy contigo, pero también he escuchado que eres osado cuando compites con los chicos.

—Pues... Me gusta conducir con Babbu... —Manjiro ojeó las revistas y se encogió de hombros—. No lo había pensado, aunque tengo que primero asegurarme de que Emma esté bien.

—Acuérdate de que te dijo que no dejaras de seguir tus sueños por ella.

—Sí, pero necesito que esté bien. —Mikey ladeó la cabeza—. Además, mi sueño eres tú. Antes de ti, no tenía nada demasiado claro.

La chica lo contempló unos segundos y bajó la mirada. Ella quería confiar en que su relación lograría sobrevivir a la distancia, pero se daba cuenta de que Manjiro no pensaba lo mismo.

—Manjiro, pase lo que pase, decidas lo que decidas, debes seguir adelante. Estaré para ti todo lo que pueda, pero no puedes basar tu felicidad en mi existencia a tu lado. No es lo que quiero para ti. Tienes el potencial para convertirte en alguien admirable, así que no quiero que esto sea el motivo que te hunda. Y lo digo en serio, Manjiro. Soy capaz de viajar todo el trayecto hasta acá para, ahora sí, ¡darte un buen golpe y hacerte entrar en razón!

—¿Es una amenaza o una promesa? —Manjiro tuvo el descaro de sonreírle, pero enserió su expresión cuando a ella no le pareció gracioso—. Está bien. Lo intentaré. No te molestes.

—Me molesto porque te conozco y en el fu... —Ella se mordió la lengua y desvió la mirada—. Lo siento, pero no quiero que te pierdas ni que dejes de quererte.

Mikey curvó los labios y rodeó sus hombros con un brazo, agradeciendo que ella no lo rechazara, a pesar de que notaba su entrecejo fruncido. Al cabo de unos segundos, ella suspiró y se relajó.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora