Una miríada de dudas parecía siempre estar rondando su cabeza, incapaz de exteriorizarlas con Emma porque sabía que lo que estaba pensando no tenía mucho sentido. Tampoco podía decírselo a Manjiro porque, a pesar de que su fuero interno le aseguraba que le creería, pensaba que se lo tomaría mal. Así que solo se guardaba las palabras, anudándolas cuidadosamente para cuando llegara el momento de hablar.
Miraba el cielo, sentada en unos de los bancos desvencijados del parque, con el lápiz y el papel sobre sus rodillas, un pequeño suspiro escapándose de sus labios. Para colmo, a eso del dibujo y la pintura no terminaba de agarrarle el gustillo, a pesar de que la presidenta del club decía que, para ser una principiante, estaba bastante bien. Supuso que ahí morirían sus intentos de dibujar a Manjiro como a una de sus chicas francesas. Se rio por el pensamiento, nerviosa al imaginarse a Mikey sin camiseta. Mejor dejaba eso de lado, y se conformaba con una cámara. Quizás allí podría inmortalizar la imagen de Manjiro con mucha más nitidez.
Respingó cuando unas manos se apoyaron en sus hombros, atajándola por la espalda. No supo cómo, pero, en un instante, tuvo el rostro de Mikey invertido frente a ella.
—No volviste a notar mi presencia. —Sonrió con malicia al percatarse del juego de colores que se desplegaba en su rostro, pasando de la palidez, a la ira, a un arrebol incomprensible.
(T/N) se llevaría a la tumba que había pensado en la escena del beso entre Spiderman y Mary Jane de la película. Procuró recolectar su temple removiéndose de su agarre, sin querer, dándole un frentazo en la barbilla.
—Auch. Tienes la cabeza bastante dura.
—¡Eso debería decírtelo yo a ti! —reclamó, sobándose el sitio de impacto—. ¿Te lastimé?
—Nop. —Curvó los labios, sereno—. Estos últimos días te he notado pensativa —saltó por encima del banco—, ¿es por un chico?
—El hecho de que asumas que se trata de un chico me ofende —replicó, hundiéndole el codo en las costillas, hallando frustrante que ni siquiera se inmutara—. Aunque sí se trata de un chico...
—Así que no puedes ofenderte. —Agitó la cabeza, sonriendo—. Pero, por lo general, te preocupas por tus estudios; ¿acaso se trata de alguien que te gusta?
—Se trata de ti, idiota. —Volvió a darle un codazo y, en esta ocasión, notó algún cambio en su expresión.
—Oh... Fuertes declaraciones, (T/N)cchi... Yo... ¿Me siento halagado?
—¡¿Qué demonios estás pensando?! —chilló, enrojeciendo ante el malentendido, porque si tuviera planeado confesarse, no lo haría de ese modo. Y tampoco era como si le gustara Manjiro románticamente. Por supuesto que no, solo era natural desear que su primer amigo de Japón no terminara volviéndose alguna clase de pandillero psicópata.
Manjiro rio por lo escandalizado que lucía su rostro, sus oscuras pupilas captando ciertos esbozos de real preocupación en las de ella. Sin pensarlo demasiado, acunó su mano para, como lo había hecho en el hospital, jugar con sus articulaciones.
—¿Y qué te preocupa de mí? Estoy bastante bien. No he ido al doctor en muchos años, pero puedo decir con certeza que no me siento mal.
—... —La joven desvió la mirada de sus dedos siendo doblados, su corazón acelerándose al percatarse de lo que estaba a punto de decir—. Manjiro, ¿matarías a alguien?
La pregunta rodó por su lengua, sin marcha atrás, exponiendo gran parte del arrepentimiento que había especulado que tenía el Draken del futuro. Alguien como Mikey, que se balanceaba entre las lindes de la moral, podía llegar a cualquiera de ambos extremos, y considerando el primer futuro al que había ido, supuso que un asesinato era suficiente para marcarlo irremediablemente.
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Destino fortuito || Manjiro Sano x Reader
FanfictionCuando (T/N) se encontró con Manjiro, salpicado de sangre, en mitad de un callejón y él le ofreció un aventón, jamás imaginó que lograría superar sus prejuicios para poder mantener una amistad con él, generando una cadena de sucesos que aunarán el p...