Capítulo XLI: Información

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—Me da un katsudon y un omurice, no se olvide de colocarle una banderita, por favor.

(T/N) no estaba segura del momento en el que había dejado de darle vergüenza pedirle la condenada bandera a su novio, pero ya no le importaba mientras pudiera ver su sonrisa. Después de ordenar, fue a sentarse con Manjiro, que estaba con los brazos estirados sobre la mesa. Su corazón se estrujó al percatarse de cómo la mirada de su novio se iluminó en cuanto la vio.

—Dijiste que me ibas a invitar y terminé pagando yo —dijo ella.

—Se me olvidó el dinero en la casa. Lo siento. —Él hizo un puchero cuando ella se sentó frente a él y no a su lado—. Emma estaba hablando sobre una cafetería popular en Chiba, ¿quizás quieres ir? Y no olvidaré mi billetera.

—No he ido a Chiba... Así que suena bien. ¿Cuándo quieres que vayamos?

—¿Te parece bien mañana? Es sábado. —Mikey apoyó la mejilla de la mano—. Además, quiero hablarte de algunas cosas que me han ocurrido.

—Oh... ¿Pero estás bien? —preguntó, nerviosa—. Siento que estos últimos días no he estado para ti.

—¡Estoy bien! Y entiendo que has estado ocupada con tus estudios. No me molesta, pero sí me gustaría escuchar tu opinión sobre todo esto; además, tiene que ver con tu ataque y quiero que estés alerta.

Manjiro estiró la mano sobre la mesa y ella se la tomó con cariño, sin embargo, se separaron más pronto de lo que esperaban cuando la mesera les llevó su orden. A Mikey se le iluminó la mirada al ver su omurice con la banderita.

Ambos agradecieron por la comida y no tardaron en empezar a comer mientras conversaban de trivialidades y reían despacito. (T/N) aún no comprendía cómo, siendo Manjiro y ella tan distintos, conseguían equilibrarse y llegar a un punto medio en el que podían confiar tanto en el otro. Le costaba decírselo, pero se sentía afortunada de haber cruzado su camino con el de él.

Cuando terminaron, hablaron unos minutos más hasta que la señora Matsuda le envió un mensaje para que recordara que debía regresar temprano. Mikey se ofreció a llevarla a su casa y disfrutaron del paisaje nocturno de Shinjuku con las luces artificiales, la actividad de las personas y el viento alborotando sus cabellos. Mikey, con la excusa de querer prolongar el tiempo, dio algunas vueltas por la manzana mientras su novia se reía y se abrazaba a él.

Sin embargo, en la quinta vuelta, decidieron que era preferible no tentar a la señora Matsuda, no querían que les diera otra charla embarazosa.

—Muchas gracias, Manjiro. —Ella le sonrió y le arregló algunos mechones de cabello que se habían escapado de su media cola.

—Por ti, todo —dijo él, inclinando el rostro hacia su mano.

—¿Mañana nos vemos en tu casa? Sé que no te gusta madrugar, así que...

—Está bien. —Asintió y se inclinó hacia ella.

Estaba a menos de un centímetro para depositar un beso en sus labios, cuando ella se alejó al escuchar los jadeos de alguien acercándose por la calle. Manjiro masculló una imprecación y curvó una ceja al ver de quién se trataba.

—Takemicchi, ¿qué haces aquí?

—¿Estás bien? Toma aire —dijo (T/N), quien intentó acercársele, pero se decantó por no hacerlo al recordar que, cuando se tocaban, terminaba viajando al futuro.

Takemichi se dobló, pero a la pareja le preocupó su rostro pálido y el sudor empapándolo. La chica se conformó con agitar las manos para intentar abanicarlo.

—Necesitaba hablar contigo —se dirigió a la única fémina, aún agitado.

—¿Y eso por qué? Se han hecho muy amigos desde que los vi hablar en el parque, ¿no? —dijo Manjiro, pasando la mirada del uno al otro.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora