Capítulo XXXVI: Incondicional

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(T/N) no podía creer que había permitido esa situación. Y aun así disfrutaba de cómo Manjiro estaba hecho un ovillo a su costado. Se había quedado dormido mientras ella observaba las nubes deslizándose por el cielo, contagiada por el mismo sopor después de su discusión amistosa sobre las formas que encontraban.

Se suponía que había ido a casa de los Sano para visitar a Emma, pero cuando se encontró con Manjiro a punto de subirse en la moto, él la invitó a que fueran de paseo juntos con una de sus sonrisas etéreas, las que le achicaban los ojos para atraerla más al abismo de sus pupilas.

Y no pudo resistirse, fue tras él y se afianzó a su cintura rumbo a ninguna parte, hasta que él le indicó que se bajara e hizo que lo siguiera hasta la azotea de un edificio abandonado. Por supuesto que a ella no le pareció la mejor de las ideas, pero se dejaba llevar por Manjiro porque confiaba en él y sabía que cuidaría de ella.

Así que solo se echaron sobre el suelo, a la sombra del edificio, a observar el tiempo pasar mientras hablaban. Hubo un momento en el que Manjiro se acurrucó a su lado y se quedó callado. Por su parte, (T/N) dejó caer los párpados para atesorar el instante, para rememorarlo en ese evento clave del futuro que los distanciaría. Quizás si recordaba las dichas junto a su novio, sería capaz de afrontar todo aquellos que los lastimaría con inminencia.

Sin embargo, empezó a pensar en el tiempo límite de su beca y las condiciones para prolongar su estadía. Si bien era de las mejores estudiantes de su grado, para sorpresa de muchos, se le dificultaba las clases de japonés con sus múltiples significados. Así que por excelencia no podría quedarse, la otra opción era que sus maestros dieran buenos comentarios de ella o que pudiera destacar en algo de manera increíble. Pero ella no se sentía capaz de lograrlo, su corazón siempre flaqueaba ante las adversidades y dudaba hasta de cómo respiraba. A veces temía lastimarse gravemente y darles una excusa a sus padres para valerse de una de las cláusulas para terminar el contrato.

No sabía cómo podría abordar el tema con Manjiro. No sabía con qué cara lo miraría a los ojos y le diría que no era tan inteligente como él creía, que no era capaz. El miedo a que llegara ese momento empezaba a hacer mella en ella y no estaba segura de ser capaz de afrontarlo sola.

Despertó de sus cavilaciones cuando Manjiro se estiró a su lado, hundió la cabeza contra su brazo, aspiró su aroma, y musitó con modorra:

—Buenos días.

—¿Dormiste bien?

—¡Sí! —Mikey le sonrió y luego la observó—. ¿Estás bien?

—Sí, solo pensaba.

—¿En qué? Si quieres decírmelo.

—Uhm... —Ella arrugó la nariz—. Pase lo que pase, ¿me seguirías queriendo?

—Sí, pero ¿por qué la pregunta?

—¿Aun si te decepciono?

—No hay modo en el que tú lo harías. Y siempre te querré.

Ella apretó los labios. Recordó a los otros Manjiro del futuro y sus palabras, cómo parecían tenerla en alta estima y anhelarla. También pensó en Mitsuya y sus estamentos convincentes. Así que le creyó con más facilidad de la que hubiera imaginado hacía tan solo medio año.

—¿Pero tú estás seguro de lo contrario?

—¿Yo? —Manjiro se sentó para echarle un vistazo críptico—. De nosotros dos, el que tiene más probabilidades de decepcionar al otro, soy yo. Preguntarte algo así sería injusto.

—¡Pe-pero...!

—Sé todo lo que soy capaz de hacer, por eso no apuesto por mí —explicó él, serio.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora