Capítulo XXXI: Básquet

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En esa ocasión, había ido a buscarla a pie. Sin embargo, todos conocían a Mikey porque era el pandillero más fuerte de Kanto y su presencia hizo extender rumores hasta que llegaron a los oídos de ambas amigas.

—¡No puedo creer que de nuevo haya venido a buscarte! —Emma le sonrió con entusiasmo—. Mikey es sorprendentemente atento. Hasta estoy empezando a creerme eso de que es un ser humano funcional cuando están juntos.

—Sí, bueno, siento que atrae mucho la atención. —(T/N) empezó a guardar sus útiles escolares—. Además, si vino a buscarnos, solo quiere decir que se escapó de clases.

—¿Buscarnos? Creo que estoy de más en esa oración —comentó Emma, divertida, mientras se colgaba la mochila del hombro—. Y Mikey es un caso perdido respecto a la educación, así que...

—No quiero tener un novio iletrado —dijo la otra chica con solemnidad, haciendo que Emma estallara en carcajadas.

Las dos pusieron marcha a la salida mientras hablaban. Emma tenía enlazados sus brazos como si quisiera dejar en claro que, pese a que era la novia de su hermano, ella también era su mejor amiga. Sin embargo, Emma redujo sus pasos al percatarse de que Mikey no estaba solo.

—¿Quieres que los deje solos? —molestó su mejor amiga—. Si Manjiro llama la atención, lo hace más con Draken al lado.

—Sí... Quiero decir, no... —Emma enrojeció, su capacidad de raciocinio perdiéndose en el proceso.

—Entiendo. —Rio—. Entonces, será una cita doble, aunque Draken no tiene por qué enterarse de nada.

Emma le sonrió, agradecida. Si bien era cierto que ella y Draken podían mantener una conversación decente y bromear un poco, a Emma la apabullaba la repentina atención que a veces le ponía, como cuando se veían a los ojos y parecían eclipsar la realidad del otro.

Cuando llegaron con los dos chicos, ambas agradecieron que no hubiera motocicletas de por medio. Aunque ninguna dudó en cuestionarles la novedad.

—Vamos a ir al parque que está cerca y la última vez me dijiste que no te sentías cómoda si me aparecía con Babbu —dijo Manjiro, extendiendo la mano para que su novia se la tomara.

—Sí, pero Emma y yo íbamos a estudiar —replicó ella, entrelazando sus dedos sin importarle los murmullos que se suscitaron a su alrededor.

Manjiro hizo un puchero mientras le echaba un vistazo rápido a cómo Emma intentaba entablar una conversación con su mejor amigo.

—Pues estudien en el parque... ¡Quiero estar contigo! —exigió Manjiro—. Me conformo con usarte de almohada.

—No tienes remedio, Manjiro —suspiró ella, pero curvó los labios.

Caminaron un par de cuadras hasta llegar al parque. Era extenso, con el césped bien podado y los árboles, con sus nuevos brotes, flanqueando el perímetro. Emma y (T/N) sacaron sus libros y se sorprendieron cuando Draken se descolgó el bolso para sacar uno de sus libros también.

—Tú también deberías estudiar un poco —dijo (T/N).

—No quiero... —farfulló Manjiro sin despegar los ojos de lo que ella hacía.

—Te dije que puedo ayudarte a estudiar...

Draken observó la pequeña diatriba en la que se estaba enfrascando la otra pareja, quedando anonadado cuando Manjiro cedió a las peticiones de su novia. Pese a que lo alegraba el nuevo entusiasmo de Mikey, sintió un poco de envidia porque él no creía que pudiera darse esas libertades. Con timidez, le dijo a Emma:

—Creo que ese tema lo vimos el año pasado, así que podría...

—¿En serio? —La expresión de Emma se iluminó y a él se le estrujó un poquito el corazón—. ¡Me sería de mucha ayuda!

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora