Extra IX

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—¡Manjiro!

La chica estaba parada frente al espejo mientras sus mejillas empezaban a arder. A su mente acudieron recuerdos de la noche pasada, los labios de Manjiro sobre su piel y de cómo y en qué momento causó las sugilaciones en su cuello.

—(T/N)cchi —saludó él con una sonrisa perezosa, a pesar de que llevaba despierto más tiempo que ella, aparentemente estaba preparando el desayuno por el delantal mal amarrado en su cintura. Se apoyó del dintel—. Buenos días.

—Estamos entrando al verano, ¡no puedo usar una bufanda para ocultar todo esto!

Manjiro curvó una ceja y le lanzó una sonrisa sugerente mientras se bajaba el cuello de la camiseta para mostrarle sus hombros. La chica enrojeció un poco más al ver los rasguños carmesí cicatrizando.

—Yo no me quejo.

—Porque las puedes cubrir.

Manjiro rio y se acercó a ella para envolverla en un abrazo mientras ella se quejaba, aunque no tardó en tomarlo de los antebrazos para darle un apretón afectuoso.

—Pero la pasamos bien anoche.

(T/N) suspiró con resignación, pero terminó asintiendo. Manjiro besó su mejilla y los miró a través del espejo. Le gustaba lo cómodos que estaban con el otro y lo bien que lucían juntos, y era incapaz de dejar de contemplarlo cada vez que tenía la oportunidad.

—¿Podríamos maquillarlos?

—Y usaré esa blusa de cuello alto con un pañuelo de seda que me regaló Yuzuha —susurró ella, pensativa—. Hoy tienes esa demostración, ¿no? Me encantaría ir a animarte, pero...

—Tienes que ir a la escuela. —Manjiro volvió a besarla, pero ella se separó antes de que su novio tuviera alguna brillante idea mañanera—. No te preocupes, sé que me animas desde tu corazón, sea donde sea que estés.

—A veces eres tan cursi... —se quejó ella, pero depositó un beso en su mejilla—. Pero sí, me aseguraré de verte. Solo ten cuidado si empieza a llover o algo.

—Tendré cuidado. —Asintió él y la haló de la mano—. Ahora, vayamos a desayunar.

Disfrutaban de la rutina. Valoraban esos instantes de cotidianidad juntos porque ambos sabían todo lo que les había costado llegar hasta allí. Así que (T/N) entró a la escuela con una sonrisa resplandeciente después de que Manjiro la fuera a dejar en su motocicleta. De algún modo, se las arregló para esquivar las preguntas sobre su blusa de cuello más alto de lo usual.

Le gustaba su trabajo. Saludaba a los estudiantes con ánimo y muchos de ellos se detenían a hablar con ella, desde los más pequeños hasta los que estaban por graduarse. Baji y Peh-yan a veces la molestaban diciendo que podría ser su segunda oportunidad para vivir un romance escolar prohibido, aunque dejaron de decirlo después de que Manjiro tuviera una breve charla con ambos.

—Sensei, ¡muchas gracias! —Meiko le sonrió, su expresión al fin relajada después de comprender cómo debía resolver los ejercicios de física del profesor Yamada.

(T/N) la observó marcharse por la puerta a media mañana e iba a regresar a la sala de profesores cuando empezaron a llegarle una sucesión de mensajes. Emma le preguntaba si estaba bien; Hina si había visto las noticias; Yuzuha que intentaría resolverlo; Kazutora y Shinichiro le aseguraban que buscarían una solución; y Chifuyu le decía que pasaría buscándola, que ni se le ocurriera salir sola.

Iba a indagar más en el asunto, pero el timbre de inicios de clases empezó a repicar por todo el edificio, así que tomó sus libros para ir con los niños del primer año de secundaria. Se distrajo con las preguntas y los ejercicios que resolvían, a la par que se tomaba el tiempo para explicar de distintos modos la materia para que todos la comprendieran.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora