Capítulo XL: Matemáticas

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—¡Te va a ir súper bien! —Emma la zarandeaba por el brazo con efusión.

—Bueno, no estaba en mis planes participar en un torneo de matemáticas intercolegial... Pero después de que Toono-sensei hablara con Hanamori-sensei y ella aceptara darme un punto en Japonés, me convencí. Lo que me preocupa es que los demás no se lo vayan a tomar muy bien...

—No te preocupes por lo que digan los demás. Tú misma dijiste que las matemáticas son un idioma universal. ¡Y tú eres genial! ¡Ve a darles una paliza para bajarlos de su pedestal!

La chica se rio ante la mirada competitiva de Emma, pero una parte de ella deseaba demostrar que ser buena en los números no era solo cosa de los asiáticos ni de los hombres. Sin embargo, prefirió molestar un poco a su amiga y empezó a zarandearla con el mismo ímpetu de ella.

—¿Y bien, Emma? Me pareció que antes te referiste a Draken como "Ken-chan". ¿De qué me perdí en esa cita que tuvieron?

—¡E-eso...! —Emma metió aire por la boca, un arrebol asentándose en sus mejillas con calidez mientras la acompañaba al estacionamiento donde abordaría un bus que la llevaría a otra academia.

—¿Eso?

—Pues... Estuvimos hablando y él me pidió que usara algún apodo distinto a Draken porque, con el tiempo que nos conocíamos, se le hacía raro que mantuviera esas cordialidades cuando él me trata por mi nombre. Entonces, no puedo llamarlo solo por su nombre... Y usar otro honorífico sonaba a que lo estaba alejando de mí, así que se me ocurrió esto y él también aceptó.

—¿Es eso un paso hacia un brillante futuro? —dijo la otra chica con tono juguetón, pese a que estaba feliz por ella.

—Eso espero.

—¡No lo niegas! Eso es un avance —celebró—. ¡Quiero ser dama en tu boda!

—¡¿Qué?! Si la que seguro se termina casando primero eres tú con mi hermano.

La aludida se puso roja de inmediato y Emma se rio; sin embargo, abrió los ojos cuando se percató de quién se les acercaba por detrás.

—No hemos pensado tan a futuro.

(T/N) respingó cuando sintió un brazo rodearle los hombros con suavidad y enrojeció aún más al escuchar la hipnotizante voz, que a veces la perseguía en sueños y pronunciaba palabras que la avergonzaban, pronunciando su nombre con alegría.

—¡Deberías estar en tu colegio, Manjiro! —reclamó (T/N), encarándolo mientras intentaba fruncir el ceño en vano porque en parte se sentía feliz por verlo.

—Tenía que desearte buena suerte. No me bastó con escribírtelo por mensaje. Este tipo de cosas se hacen cara a cara.

—Solo eres ceremonioso con lo que te conviene, Mikey —dijo Emma como para recordarle que estaba allí y que era su hermana y no se había dignado en saludarla.

—¿Celosa? —Mikey le sacó la lengua y ella lo imitó hasta que terminaron sonriéndose—. ¡Te va a ir bien!

—Bueno, no puedo decepcionarlos a ambos... Ni a la señora Matsuda, que estaba bastante impresionada y hasta me hizo un bento especial.

—¡Sin presiones! —acotó Emma—. Ahora, lo mejor será que yo regrese para darles su espacio. Definitivamente, no necesito ver a mi hermano en modo cursi.

Mikey le volvió a sacar la lengua, pero relajó la postura cuando estuvieron solos y tomó su mano. A lo lejos, se escuchaba el llamado del maestro para que abordaran el bus escolar en cinco minutos.

—Estoy nerviosa —dijo su novia, metiendo aire de forma trémula.

—Vas a estar bien. Solo confía en lo que sabes y haz lo que tengas que hacer.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora