Extra VI

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Manjiro era...

Cada vez que intentaba pensar en qué era Manjiro para ella, descubría que era incapaz de definirlo, de siquiera ponerle una etiqueta. Después de todo, pese a que Manjiro le había propuesto ser amigos, no podía verlo del todo así, ni siquiera cuando sentía que no podría confiar tanto en alguien como lo hacía con él. Tenían una relación complicada, eran confidentes y podían pasar minutos riendo por el más absurdo de los temas, pero a ella a veces le costaba manejar el cariño que él le profesaba porque no sentía que había hecho nada para merecerlo. La situación con Pah-chin y Peh-yan no había terminado con Draken apuñalado. Tampoco había un Kazutora que hubiera asesinado a Shinichiro. Ni un Baji que había dado la vida para salvar la de Manjiro.

Y, aun así, no pudo controlar sus emociones.

Sabía que se había enamorado de él como lo hicieron todas las versiones de ella en otras líneas de tiempo. Cómo no iba a hacerlo cuando Manjiro derrochaba carisma, cuando le sonreía con la intensidad de las estrellas, cuando la desarmaba con la confianza que le profesaba.

Sin embargo, la frustraba que ninguno de los dos parecía dar el paso para ir más allá. Ella se convertía en un manojo de nervios de solo imaginarse pidiéndole una cita porque sabía que eso desbloquearía un sinfín de experiencias que, en otro tiempo, habían vivido, y no sabía si estaba preparada para eso. Por otra parte, no entendía por qué Manjiro se demoraba tanto en tomar él mismo cartas sobre el asunto cuando la miraba como si estuviera listo para arriesgarlo todo por ella.

Soltó un gruñido y se desplomó sobre los tatamis de la habitación de Emma. Quiso concentrarse en los paneles del techo y perderse en su imaginación sobre ninjas corriendo por pasadizos ocultos en la era feudal. Aunque después de unos segundos de divagación, su mente regresaba con Manjiro y su maldita sonrisa y sus ojos de constelaciones y sus manos siempre cálidas, aunque callosas.

Agradeció cuando Emma apareció por la puerta, cargando una bandeja con bebidas y botanas.

—¿Pasa algo?

—... —(T/N) se cubrió el rostro, avergonzada—. Pienso en tu hermano.

—Ah... El roba mejores amigas... —suspiró Emma, disponiendo todo sobre la mesa baja.

—Sabes que siempre seré tu mejor amiga —repuso la chica con una sonrisa, irguiéndose para ayudarla.

—Bueno, pero Mikey es como tu mejor amigo. Pasan mucho tiempo juntos.

—Pues si tuviera que elegir a alguien para ese puesto elegiría a Chifuyu, con él puedo pasar horas hablando de mangas y libros.

—¿Y entonces en qué lugar queda Mikey? —Emma la observó, divertida, por encima del borde del vaso con jugo de fresa que bebía—. Porque con él pasas una cantidad de tiempo impresionante también.

—Pues él...

—No me vas a decir que no son amigos cuando se llevan tan bien.

—Es que es complicado.

—Ya solo pídele salir. De hecho, me sorprende que él no lo haya hecho aún con lo caprichoso que es.

—Si tú le pides salir a Draken.

Emma se atoró con el jugo y empezó a toser mientras su mejor amiga le lanzaba una sonrisa triunfante.

—¡No es lo mismo! ¡Entre nosotros no se palpa esa tensión extraña que hay entre ustedes!

—N-no hay ninguna tensión, Emma.

—Sí, pues Hina y yo no opinamos lo mismo. —Emma se metió una galleta de avena, que habían horneado hacía un par de horas, en la boca—. Deberías pedirle consejo a ella sobre cómo invitó a salir a Takemichi.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora