Su novia le sonrió del otro lado de la mesa baja y Manjiro hizo un puchero. No entendía de dónde venía toda esa seguridad, pero haría que se la tragara.
—No quiero que te arrepientas luego —dijo ella con suavidad, abriendo una lata para servirle un vaso.
—¡No lo haré! No creas que es la primera vez que tomo alcohol...
—Pero no hasta embriagarte.
—Que te embriagues tú, porque recuerda que es una competencia.
—Sí, sí, pero yo voy a ganar —repuso ella con seguridad—. Ahora, repasemos lo que no puedes hacer, por favor.
Manjiro puso los ojos en blanco, pero asintió, enumerando con sus dedos.
—No te haré nada indebido porque mañana debes estar en tu apartamento para arreglarlo.
—Y tu casa es sagrada. No quiero que ninguno de tus hermanos nos escuche. Sería incapaz de verlos a la cara de nuevo.
Manjiro esgrimió una sonrisa sugerente y ella lo pateó por debajo de la mesa.
—Hablo en serio, Manjiro.
—De acuerdo. De todos modos, no me emborracharé primero que tú.
—Muy bien, dicho eso, ¡salud!
—Salud...
Manjiro se bebió el vaso de un trago y sonrió, con altivez, cuando ella se demoró un poco más. No había forma de que su novia le ganara. Estaba comprobado que los hombres aguantaban mejor el alcohol, no había leído ningún artículo científico, pero debía ser así.
—Oye, saboréala, que compré de la cara porque es una ocasión especial. No sabes beber...
Manjiro le sacó la lengua, pero sirvió otro vaso, seguro de sí mismo. En la otra línea de tiempo, nunca se había emborrachado, no había forma en la que, en esta, frente a su novia, terminara por hacerlo. Además, era su vigésimo cumpleaños, no se haría quedar en ridículo.
Al cabo de unas cuantas botellas, (T/N) sonrió al ver el ceño ligeramente fruncido de su novio. Le costaba alzar el vaso hasta los labios, así que optó por agachar la cabeza hasta el borde.
—Te vas a terminar rompiendo un diente... Ya creo que fue suficiente.
—¡No! ¡Yo no estoy borracho!
—Dicen siempre. —Se rio ella—. Mira, no estás hablando bien, estás rojo, y te estás durmiendo.
—¡No es cierto! ¿Y tú? ¡¿Por qué diablos no te afecta?!
—Porque llevo tomando alcohol desde que era adolescente en las reuniones familiares —repuso, divertida—. Vamos, Manjiro, será mejor que lo dejemos aquí.
Manjiro hizo un puchero, enfurruñado, pero no hizo nada cuando ella retiró las botellas y quitó los vasos. Le pasó un pañuelo de papel a la mesa para limpiar la cerveza derramada y después extendió la mano hacia él para que se parara.
Manjiro se tambaleó, pero fue capaz de caer sobre el colchón. Colaboró con su novia para que lo arropara y lo envolviera como un tamal. Sin embargo, cuando ella le iba a desear buenas noches, él la tomó del brazo.
—Pasa conmigo la noche.
—Dijimos que...
—No voy a hacer nada, pero quiero estar contigo. No me dejes solo. —La miró con dulzura y ella hizo una mueca, a lo que él sonrió, satisfecho.
—Deja que apague la luz y ¡te golpearé si se te ocurre hacer algo, Manjiro! Préstame algo de tu ropa para dormir...
Manjiro sonrió como un niño que se sale con la suya. Ella apagó la luz y pudo ver su figura desvistiéndose para luego ponerse una de sus camisetas y un pantalón de algodón. Si le daba ese espectáculo, ¿cómo pretendía que dejara las manos quietas?
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Destino fortuito || Manjiro Sano x Reader
FanfictionCuando (T/N) se encontró con Manjiro, salpicado de sangre, en mitad de un callejón y él le ofreció un aventón, jamás imaginó que lograría superar sus prejuicios para poder mantener una amistad con él, generando una cadena de sucesos que aunarán el p...