Capítulo XXXII: Árbol

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—¡Peh-yan! —(T/N) le lanzó el balón en el momento justo para que el aludido realizara una canasta.

Con el nuevo punto, Chifuyu chocó sus palmas con las de ella, celebrando que la brecha con el otro equipo crecía cada vez más.

—¿Cómo es que ustedes dos son tan buenos juntos? —acusó Smiley.

—Al parecer, tenemos mejor sinergia que ustedes —provocó la chica al frente de los dos gemelos.

Chifuyu la codeó porque creía que se había pasado, pero los dos hermanos inclinaron la cabeza sin enterarse de nada.

—Es mejor que no lo sepan. —Mitsuya los atajó a ambos del cuello para que reanudaran el juego.

A (T/N) se le estrujó un poco el pecho. Este Mitsuya lucía tan genial como siempre, sin fantasmas persiguiéndolo ni con una carga invisible en los hombros. Tampoco quería que Mitsuya siguiera por un camino capaz de torturar su alma. Y, por supuesto, quería que Chifuyu siguiera a su lado, quería que hablaran de mangas y de temas más delicados, quería que fueran buenos amigos.

Sin embargo, no tuvo tiempo de pensar en un futuro incierto cuando el partido se reanudó. Estaba sudando a cántaros y, cuando interceptó a Hakkai con el balón, aprovechó la oportunidad y se lo robó cuando el chico se quedó petrificado.

Akkun y Angry le reclamaron, pero Hakkai se volvió un amasijo de palabras ininteligibles y apartó la mirada cuando se cruzó con la de Mikey, que había decidido no participar en ese partido para disfrutar de la imagen de su novia corriendo de un lado a otro.

Cuando decidieron terminar ese partido, Chifuyu, Peh-yan, (T/N), Suzuki y Takuya celebraron todos los puntos que habían amasado, aunque habían podido hacer muy poco cuando Mitsuya empezó a jugar en serio. Decidieron terminar por ese día puesto que empezaba a oscurecer.

Mikey observó cómo Takuya le ofreció un pañuelo a (T/N) para que se secara el sudor, y también cómo Angry le pedía consejos para encestar canastas de tres. La vio reír con Chifuyu y molestar de forma amistosa a Peh-yan. Mitsuya le dijo algo que la hizo reír y mirar en dirección de Manjiro. Akkun le dio una palmada amistosa en el hombro y Suzuki pareció agradecerle el juego.

Mikey no pudo imaginársela en otro escenario que no fuera ese. Aunque no tenía un puesto oficial, formaba parte de ToMan y todos parecían comprenderlo. Le gustaba percatarse de que ella era capaz de llevarse bien con sus compañeros, de que ellos estarían para ella si algo le llegara a ocurrir a él.

Sintió el corazón pesado y se obligó a apartar esas ideas irracionales. Nada le podía pasar al pandillero más fuerte de Kanto. Y, a pesar de que los fascinaba verla interactuar con sus chicos, empezaba a extrañarla.

Así que se aproximó a ellos, procurando no llamar la atención y la tomó con suavidad de la muñeca y la apartó del ambiente jocoso, hasta ocultarse bajo la sombra de un árbol. Quería tenerla cerca y buscó alguna excusa para que no se viera como un niño que no soportaba estar alejado de su persona favorita. Se decantó por sacar a colación todas las veces que ella había estado a punto de decirle algo para luego apretar los labios y respirar profundo, como si quisiera mantener la compostura.

—¿Quieres decirme algo? —dijo, entornando los ojos sobre su rostro, que aún estaba agitado por la actividad física.

—¿Eh? Pues... —Se puso de puntitas, como evaluando la distancia entre ellos y los demás.

—Podemos hablar de cualquier cosa, excepto si quieres terminarme. Eso es un no rotundo.

—¿Qué? —Ella rio entre dientes—. ¿Por qué querría terminar contigo?

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora