Capítulo XXVI: Celebración

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—Draken, estás a otro nivel —dijo ella, tomando un plato para secarlo.

—No, solo soy observador. Además, sé que le gustan las cosas lindas... —Draken bajó la mirada mientras fregaba la superficie de un plato—. Nos conocemos desde hace mucho. No es lo mismo que contigo. Tú los conoces poco más de medio año.

—Pues yo creo que a Emma le gustaría cualquier cosa que tú le regalaras.

—A una chica linda, hay que darle cosas lindas. No cualquier cosa —dijo Draken, su voz seria.

(T/N) alzó la mirada para verlo mejor, cómo arrugaba apenas el entrecejo en concentración para no dejar ni una mota de sucio. Sonrió con entusiasmo por Emma, por saber que a su amiga la querían de ese modo.

—¿Qué? —dijo Draken, desconcertado, incapaz de sostenerle la mirada.

—¡Es que eres un partidazo, Draken! —La chica le dio un codazo amistoso.

—¡S-solo estoy diciendo que...! ¡No es...! —Draken enrojeció hasta las orejas, sin creer que había bajado así la guardia.

(T/N) iba a molestarlo un poco más cuando un carraspeo los hizo respingar a ambos. Manjiro estaba recostado del vano de la puerta, observándolos con interés, aunque su expresión lindaba con lo peligroso.

—¡Manjiro!

Sin embargo, su expresión tensa se ablandó cuando su novia le sonrió, acortando la distancia entre ambos en dos zancadas para halarlo por las mangas de su suéter.

—¡Ayúdanos a lavar!

—¿Eh? ¡No! ¡Qué pereza!

—Es un niño mimado. —Se encogió de hombros Draken—. Al menos, haznos compañía.

Mikey hizo un puchero, pero no tardó en subirse a la encimera.

—¿De qué hablaban tan sonreídos?

—¿Celoso? —dijeron ambos al unísono, riendo entre dientes al coincidir.

—Nah. Confío en ambos.

(T/N) notó como Draken enderezó la espalda y sacó un poco el pecho, todo orgullo. Mientras que ella sentía cómo una calidez se depositaba en su pecho. Eso le gustaba de Manjiro, la franqueza con la que decía algunas cosas que a otras personas podía costarles pronunciar.

—Solo le decía a Draken que sus avances con Emma no se me pasaban por alto.

—¿Qué?! ¡No...! —Draken se puso pálido al notar la sonrisa peligrosa en los labios de su mejor amigo.

—Con que esas tenemos, Kenchin.

(T/N) se percató de inmediato de las intenciones de su novio y dijo:

—Manjiro, no te hagas con eso de ser el hermano mayor sobreprotector.

Mikey le sacó la lengua y arrimó la cabeza al gabinete. Alargó el brazo para tomar una copa que había sobrado de arroz con leche.

—Kenchin, ¿vamos a salir?

—Como tú quieras. —Draken curvó los labios.

—¿A dónde irán? Ya casi acaba Navidad y es un poco tarde... —intervino (T/N).

—Solo a pasear —dijo Mikey.

—Solo a pasear —repitió Kenchin, con una tenue sonrisa.

—Bueno... Tengan cuidado, nunca se sabe con las festividades. Quizás por allá afuera haya algún loco —dijo (T/N) mientras se secaba las manos, luego extendió la mano y para tomar la de su novio, que sonrió levemente—. Y quiero que tú te cuides mucho.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora