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Intento arrastrar mis pies por la cocina, para servir jugo, pero es complicado, porque tengo a Ohm aferrado a mí desde atrás.

—¿Ohm? —digo girando un poco la cabeza, pero no levanta la suya de mi hombro, y me abraza más fuerte.

—No te voy a soltar —me avisa.

Sonrío estirándome con esfuerzo, para sacar los vasos.

—¿Hasta cuando?

—Nunca —responde besando mi mejilla.

Me duele el corazón por lo feliz que estoy ahora.

Ohm es lo más pegajoso y dependiente que vi en mi vida, y no parecía ser así, pero amo que lo sea.

—¿Nunca nunca?

—Nunca —repite oliéndome y suspira.

Me giro en mi propio eje, sin poder escapar de sus brazos, porque quiero mirarlo de frente.

—¿Tengo que acostumbrarme a tenerte como una extensión más de mi cuerpo?

—Sí, porque vamos a ser novios.

Lo miro paralizado y abro la boca, con mis mejillas ardiendo.

No puede ser que me siga sonrojando con él.

—¿Cuándo? —le pregunto antes de morder mi labio inferior, porque estoy nervioso.

—Cuando me digas que sí —dice acomodando mi cabello— la propuesta ya existe.

—¿En serio? —le cuestiono porque quiero asegurarme.

—Claro que sí.

—E-Entonces sí —me apuro en decirle, porque no quiero que se arrepienta.

Él sonríe.

Jadeo porque se acerca a mi boca para besarme, apoyándome contra la barra.

Sus manos bajan a mi trasero, y me jala hacia él, desestabilizándome mientras acaricia mis labios con su lengua.

La puerta de la habitación de papá se abre y Ohm me suelta, dando un paso atrás.

Choca con una de las sillas del comedor y se cae.

Intenta agarrarse de la mesa y la voltea también, porque él es muy grande y no mide bien su fuerza.

Mi papá lo mira preocupado, pero él levanta una mano y la mueve despacio.

—Buenos días, señor New —le dice desde el piso— no se preocupe, estoy bien.

Yo agarro nervioso el jugo, mirando a papá.

—Así que despertaste —comento aclarando mi garganta y él asiente.

—Sí —responde sacando un vaso también y me mira entrecerrando los ojos— vine por algo de tomar.

Ohm se levanta rápido y acomoda la mesa, para volver a colocar el mantel que se ha corrido.

—¿Qué les pasa? —pregunta papá al aire.

Ambos movemos la cabeza negativamente y él camina de vuelta al pasillo, llevándose una jarra de té.

—Esta generación está loca —suelta antes de cerrar su puerta.

Animales || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora