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Me estiro saliendo a mi jardín, para medir mi tiempo, antes de que sea hora de entrenar.

Jimmy tiene razón, papá me exige así, porque no logro rendir como debo.

Miro el río que da al bosque, y recuerdo cada noche en la que salía cuando era pequeño, para irme con Win.

No sé si era feliz con él o si solo era feliz porque no tenía que estar en casa.

Me transformo y acomodo mis garras en el suelo, para empezar a correr.

Esquivo los árboles y escalo una de las montañas, luego de cruzar el río y ya arriba, intentando regular mi respiración, veo la casa de Nanon a lo lejos.

Aclaro mi garganta, regresando a mi forma humana, y camino en esa dirección.

Nunca he sentido las ganas de cuidar de este lugar, no quiero gobernar.

Y sé que Jimmy no es responsable de esto, pero estoy enojado también.

No me gusta cuando tenemos algún enfrentamiento, porque él es mi hermano y mi mejor amigo.

Sé que se hubiera ido de casa hace tiempo, si yo no hubiera decidido quedarme.

—Ohm —dice el papá de Nanon al verme en su jardín y yo sonrío, algo apenado.

—Hola —susurro acercándome y él me sonríe de vuelta.

—¿Te está esperando?

—No —respondo rascando mi cabeza— yo solo... pasaba por acá, y...

—Puedes entrar.

—Gracias.

Doy un paso adentro y volteo, porque sé que es raro venir a diario y hoy no tengo una excusa.

—He tenido un día malo, y... me... solo...  pensé en que quería verlo.

Él suspira, bajando las tijeras con la que está podando las plantas.

—Ohm, tú sabes que no busco incomodarte —dice mirándome— creo que eres un buen chico, pero no puedo evitar decirte esto, porque es mi hijo, ¿lo entiendes?

—Sí.

—Nanon tiene un gran corazón, no me gustaría que alguien le hiciera daño, porque ya ha sufrido bastante.

Tengo la sensación de que él piensa que tenemos algo.

Como una relación o algo así.

Eso sería ridículo, él es un ratón, y yo soy realista.

—No tiene que preocuparse por mí —respondo sinceramente— en realidad, no tiene que preocuparse por nada, porque tampoco voy a permitir que alguien más le haga daño.

Nanon es mi amigo ahora, y yo lo aprecio.

Siempre me escucha y me gusta escucharlo a él.

Nuestro tiempo juntos siempre es agradable, y creo que por eso estoy acá.

Quiero la paz que siento cuando estamos solos los dos.

Subo a su habitación, agarrando las paletas de helado que su papá me pidió que saque de la heladera, para comer con él.

Cuando subo tiene la puerta abierta.

Entro sin tocar y se cubre rápido, porque estaba cambiándose de ropa.

—¡Ohm! —me regaña haciendo un puchero y giro, para que termine de ponerse algo.

—Perdón.

—¿No sabes tocar?

—Perdón —repito alargando la "o".

Muevo mis dedos nervioso contra la puerta.

—Ya estoy —me avisa rodeando la cama y pone la otra camiseta en el cesto de ropa— ¿Qué haces acá?

Estiro mi mano para darle una paleta y sonríe, sentándose en su escritorio.

—Gracias.

—¿Puedo quedarme aquí un rato?

—¿Por qué?

—Quiero estar contigo —respondo sin pensarlo y él me mira sorprendido.

—A-Ah sí —dice señalando su alrededor— puedes venir siempre que... quieras estar aquí.

—Gracias —susurro acomodando su cabello.

Animales || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora