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Cuando despierto, sonrío porque Nanon está dormido a mi lado y tiene una pierna sobre mi cuerpo.

Tengo el sueño pesado, no me había dado cuenta.

Estiro la mano a su mejilla derecha, porque ahí debería estar uno de sus hoyuelos.

Creo que tiene la sonrisa más bonita que vi en mi vida.

Me quito porque abre los ojos, con la respiración agitada.

Claro, es un roedor.

Su mirada va al reloj, y veo que es temprano, son solo las 7.

Yo despierto con suerte, los minutos que necesito para correr a la universidad.

—Papá ya llegó —dice cubriéndose la cara con las sábanas— no lo escuché, es tan sigiloso.

Sonrío palmeando su pierna y la quita rápido, cuando se da cuenta.

—Perdón —dice preocupado.

Me acomodo para mirarlo directamente, y ya se ha sonrojado.

Es una costumbre suya que sea así.

—¿Tienes que preocuparte por todo, todo el tiempo?

—Sí —responde automáticamente.

—Relájate —le ordeno palmeando su cabecita.

Hace un puchero, estirándose un poco, y su camiseta se levanta ligeramente, mostrando solo un poco de su piel.

Bajo mi mirada a la curva de su cintura, y la subo rápido de nuevo a su rostro.

No le había prestado atención a su cuerpo antes.

Volteamos a la puerta, porque suenan un par de toques y su papá habla.

—Nanon, dúchate y a desayunar, tus clases empiezan en dos horas.

Él cierra los ojos apenado, y abre la boca.

—Sí, papá.

—¿Tengo que poner un plato extra en la mesa? —pregunta más lento y yo respondo.

—Buenos días —digo para que sepa que sigo acá.

—Buenos días, Ohm —responde alejándose— puedes usar la ducha también, antes de bajar a comer.

—Gracias, señor New —suelto más alto, porque escucho sus pasos hacia las escaleras, en el pasillo.

Me apoyo cerca al rostro de Nanon, mirándolo a los ojos.

—Creo que le agrado a tu papá.

—¿Crees?

—Suele pasarme, soy encantador, alguien como yo, no le puede caer mal a las personas —respondo estirándome también.

Me quito la camiseta al salir de la cama, y volteo a ver su armario.

—¿Podrías prestarme algo para usar hoy? —le pregunto volteando y baja la mirada al instante.

Me acerco y disimula, aclarando su garganta.

—Puedes usar lo que quieras.

No lo sé, quizás disfruto de ponerlo nervioso.

Y es sencillo, porque siempre es así, cuando estoy cerca.

—¿Y quieres entrar conmigo a la ducha o vas a hacerlo después? —bromeo sonriéndole y él se sonroja.

—E-Entraré después —dice mirando mis labios y ladeo la cabeza.

Nanon es dulce.

Me quito el pantalón también y grita cuando voy a bajarme la ropa interior.

—¡Ohm, acá no!

Agarro la toalla que tiene en la silla y la coloco en mi cintura, riéndome.

—Es una lástima, casi pude probarte que mi ego no es lo más grande que tengo.

Animales || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora