🦁➖️La casa de Nanon es común, tiene un jardín bonito adelante, y es verde.
Luce igual que cualquiera en su calle, y es la razón por la que me costó encontrarla.
—Hola —dice el señor que abre la puerta y le sonrío de vuelta.
—Buenas tardes, ¿está Nanon?
Me da espacio para entrar, así que paso y veo a mi alrededor.
Bastante agradable y normal.
—¿Quieres algo de tomar? —me pregunta señalando el sillón en la sala— lo mandé al mercado, no tardará.
—Estoy bien —respondo sentándome y él se acerca, mirando mi mochila.
—Debes ser especial —dice agarrando el pin de gato que llevo puesto ahora y me pongo nervioso.
—¿Y-Yo?
—Cuando Nanon era un niño —me cuenta sentándose frente a mí— le temía a todo el mundo, así que me llevaba con él, incluso cuando yo no podía ir.
—Usted es un gato —suelto afirmándolo y él asiente.
—Ya no me necesita, pero sigue llevándolo —agrega sonriendo— ¿Son buenos amigos?
—B-Bueno...
—Me preocupa aún que no los consiga, me ha dicho que la universidad es agradable, y estoy feliz, pero siempre es complicado cuando hay gente nueva cerca de él, porque alguien podría ser cruel —dice apoyándose en el respaldar del sillón— Nanon es pequeño, pero tiene los sentimientos grandes, y no quiero que le hagan daño.
Me quedo en silencio, bajando la mirada, porque me siento mal.
—Ha tenido suerte —agrega más animado— la escuela no fue un problema, tenía muchos amigos y se lo merece, porque es un buen chico.
—Lo es —respondo bajito.
—Es la primera vez que uno viene a casa.
Lo miro incapaz de negar que lo somos, así que asiento.
—¿Eres un felino? —me pregunta interesado.
—Soy un león —respondo apenado.
Jamás había estado apenado antes al decir mi animal.
Claro que le sorprende, aunque lo intenta disimular.
—Voy a tener que pensar en algo diferente para cenar —responde sonriendo— porque vas a quedarte a comer, ¿verdad?
—Sí, señor.
Hago una reverencia de agradecimiento, y él suspira.
—Eres un buen chico también —dice caminando a la cocina y lo veo traer un vaso de jugo, que pone frente a mí.
¿Cómo se llama lo que siento?
¿Es culpa?
Quizás.
Volteo a la puerta, porque se abre y veo a Nanon con tres bolsas en la mano, que nota al instante que estoy ahí.
Parece que entra en pánico.
—¿Está todo? —le pregunta su papá acercándose y él asiente.
—Me costó, no conseguía canela.
Cuando ėl se va a la cocina a acomodar las cosas, se sienta a mi lado, y está nervioso.
—¿Está hablándote? —me pregunta preocupado.
—Un poco.
—L-Lo siento.
—Está bien —respondo agarrando el vaso, y tomo un poco de jugo— no te disculpes.
—Es que...
—Te disculpas todo el tiempo —susurro para que su papá no escuche y me acerco a su rostro— deja de hacerlo.
—¿Te molesta?
Quiero girar los ojos, porque tiene una necesidad grande de complacer al resto.
No se defiende, no hace más que culparse por todo y es desesperante.
Cuando dejas que te pisen, todos se acostumbran a hacerlo, y Nanon tiene que cambiar.
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Animales || Ohmnanon
Hayran KurguEn un mundo en el que las personas tienen un lugar asignado, un ratón intenta encontrar su lugar.