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Empiezo a arrojarle bolitas de papel desde la cama a Nanon, y él voltea, mirándome mal.

—No vamos a terminar hoy.

—Sí podemos.

—No hemos empezado, Ohm —dice frotando sus ojos.

Ya es tarde, probablemente empieza a tener sueño.

—Entonces apúrate —respondo metiendo más queso en mi boca.

Sí, al final me lo he acabado de comer yo.

—¿No me vas a ayudar? —me pregunta haciendo un puchero.

—No —digo tirándole otra bola de papel más grande a la cara.

Sonrío, porque agarra el libro resignado, y empieza a leer.

Es bastante expresivo cuando habla, lo he notado.

—No soy inteligente —suelto de la nada y él me mira.

—¿Qué?

—No soy el listo de la manada, apenas puedo leer.

Él se ríe, moviendo la cabeza negativamente.

—Lo dices para no tener que ayudar.

—No es verdad, juro que soy tonto.

Lo bonito que se ve, desde que está relajado, no es normal.

Hablo en serio, los ratones no deberían poder verse así.

—No eres tonto, ni siquiera lo intentas —dice colocando un cuaderno frente a mí— jamás volteas a ver la pizarra, te distraes todo el tiempo.

—Oh, me observas demasiado, no te culpo, debe ser inevitable, porque mi rostro es perfecto.

Sonrío porque se sonroja, y mira de nuevo el libro, evitándome.

Es tan tierno.

—No puedo no mirarte, Ohm, me molestas todo el tiempo.

—Es que me divierte —respondo acercándome a él.

Coloco mi cabeza junto a la suya, para ver lo que estamos haciendo, y su respiración se entrecorta.

Lo intimido aún, es extraño.

Con Jimmy si parece estar relajado siempre.

Volteamos ambos a la puerta cuando se abre y es su papá.

—La cena está lista —dice sonriendo y hago una reverencia al instante para agradecerle, antes de que se vaya.

Nanon me mira, y está nervioso otra vez.

—Dile que somos amigos —me pide bajando la cabeza— por favor, eso lo hará feliz, aunque no sea verdad.

—Oye, no te sientas mal —respondo agarrando su rostro y lo levanto para que me mire— tú sí tienes amigos, como el chihuahua y mi hermano.

Él se ríe, y sonrío, porque así me gusta más.

—Chimon no es un chihuahua.

—Bueno, es un perro pequeño y chillón, me da igual —respondo revolviéndole el cabello.

Cuando da la vuelta para salir, agarro su brazo, y él me mira.

—También le miento a papá, todo el tiempo, y aunque nuestras razones son diferentes, te entiendo —le explico soltándolo.

—Cada vez que abres la boca, estoy más confundido.

—¿Lo estás?

—Creo que en el fondo, eres muy dulce.

—No lo soy —respondo con una mueca de asco— no digas eso, tengo una reputación que cuidar.

Él se ríe otra vez, y estoy satisfecho.

Me gusta saber que está divirtiéndose conmigo y creo que voy a tener que volver mañana, porque hemos perdido el tiempo hablando hoy.

Animales || OhmnanonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora