54. Libres sentimientos

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Capítulo 54:
Libres sentimientos.

   Rafael llegó a un salón vacío, soltando su mochila en el suelo mientras caminaba de un lado a otro con mucha rabia cargada. Una y otra vez pasaba sus manos por su cabello, desordenándolo de esa manera por su frustración.

   Jamás pensó que este momento llegaría.

   Raquel siempre estuvo tan enamorada de él que aún no comprende cómo la perdió, siendo ahora la novia de alguien tan desagradable para Rafael como lo es Samuel.

   Por producto de su rabia dejó escapar un gritó, lleno de impotencia y mucha frustración por todo lo que está viviendo en este momento.

—Te vas arrepentir de esto, Raquel. Tú y tu novio chimbo —soltó Rafael, rascando la parte detrás de su cabeza.

—Realmente a mí también me sorprendió esta noticia —dijo Gregorio, sentado en un pupitre cerca de la puerta —. Jamás me imaginé una relación entre Samuel y Raquel.

—Yo lo sospechaba. Ya habían señales y actitudes que me hacían pensar esto. Fui un idiota, debí de ponerle más mano dura a Raquel.

—¿No crees que es mejor para ustedes dos que pase esto?

—Cierra la boca, Rodolfo. Tú no sabes nada. Raquel es mía, no de él.

—Raquel no es un objeto para que te refieras así de ella, Rafael.

—¡Como sea! No voy a permitir que el idiota de Samuel tenga un futuro con ella. Me niego a que eso pase.

—¿Y qué harás?

—Algo tengo que planear. No los dejaré ser felices. Con la única persona que Raquel puede ser feliz es conmigo, con nadie más.

—¿No crees que eso es un poco egoísta de tu parte?

—La llamaré. Necesito que me explique qué rayos es esto —dijo Rafael, buscando en su celular el número de Raquel.

   Luego de cinco intentos fallidos Rafael se dió por vencido, soltando un quejido de molestia mientras apretaba con fuerza el celular en su mano.

—Cálmate, Rafael.

—No me pidas que me calme, Rodolfo. En este momento no estoy para calmarme.

—Te ibas a meter en grandes problemas si hubieras golpeado a Samuel. El director te tiene entre ceja y ceja.

—Quería borrarle esa estúpida sonrisa de su cara, pero me contuve. Gracias por detenerme, porque de no ser así estuviera en este momento en la oficina del director esperando a que mi papá o mi mamá me vinieran a buscar por estar expulsado.

—No puedes siempre actuar por impulso, Rafael. Eso no te llevará a nada bueno.

   Rafael quiso contestarle a Gregorio, pero sus palabras se detuvieron cuando miró a Kimberly entrar al salón. La chica aún cargaba la rabia encima, así que alzando su mano trató de golpear a Rafael; pero él la detuvo con tiempo, tomando su mano en el aire.

—¿Me puedes explicar qué fue todo eso? ¿Por qué no lo golpeaste?

   Kimberly le dio un empujón, seguido de unos cuantos golpes en su pecho para tratar de descargar su rabia en él.

Tóxicos: Muy DañinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora