40. Difícil decisión

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Capítulo 40:
Difícil decisión.

   Samuel había llegado a la casa de Kimberly después de unos minutos que ella lo llamó por el celular. La voz de la chica se escuchaba calmada y tranquila, así que Samuel supuso que algo estaba pasando. Él la conoce muy bien. Cada vez que ella le habla así es porque algo no está bien, por ende explotará de molestia muy pronto.

   Estando frente a la puerta principal de la casa, Samuel se preguntaba una y otra vez si era correcto hablar con ella en este momento; pero en el fondo sabía que si no es ahora será pronto, y quizás en ese momento pueda ser mucho peor.

   Al dar algunos golpes en la madera de la puerta esperó por unos segundos, siendo recibido por el padre de la chica. El señor Calixto estaba terminando de doblar las mangas de su camisa hasta los codos, y la sorpresa en su rostro fue clara cuando miró al chico castaño frente a él.

—¿Samuel? Hola.

—Hola, señor Calixto. Su hija me llamó para hablar.

—Sí, ella está en su habitación. Pasa adelante, en un momento la llamo.

   Samuel ingresó a la casa sin más problema, introduciendo sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón mientras miraba todo a su alrededor. No puede negar que se siente un tanto incómodo, recordando aquella vez cuando el señor Calixto lo miró ebrio en navidad.

—Antes de llamar a Kimberly quiero que me aclares lo que tú tienes con mi hija, Samuel.

—¿Qué?

—Sabes a lo que me refiero, no lo pienso repetir otra vez. Se supone que ella ahora es novia de Rafael. ¿Por qué ambos tienen estos encuentros a escondidas?

—Señor Calixto, yo...

—¿Por qué no me avisaste que Samuel había llegado, papá?

   La voz de Kimberly llamó la atención de Samuel y Calixto, quienes voltearon a mirarla cuando ella se acercaba poco a poco.

—Acaba de ingresar a la casa. Justo ya te iba a informar. ¿Qué hace Samuel aquí, Kimberly?

—Yo lo mandé a llamar. No comiences con tus reclamos, papá.

—¿Qué está pasando, Kimberly? Desde aquella vez que Samuel vino para acá ebrio te he preguntado lo que sucede entre ustedes pero tú siempre evades la pregunta.

—Ay por Dios, papá. Deja ya de estar pensando cosas raras y termina de irte a la cocina con mamá. Necesito hablar con Samuel a solas.

—Si quieres puedo venir mañana después del colegio, Kimberly.

—No, tú no te vas. Necesitamos hablar hoy.

   Kimberly tomó a Samuel por el cuello de su camisa y lo obligó a llegar hasta el patio trasero de la casa, donde lo sentó en una silla frente a ella para que comenzara el momento de explicaciones. Ella se sentó en otra silla y luego pasó sus manos por sus cortos cabellos mientras suspiraba profundo y cerraba sus ojos para calmarse.

—Quiero que me seas totalmente sincero con tus explicaciones, ¿entendido?

—Kimberly...

—¿Entendido, Samuel? —volvió a preguntar ella en un tono fuerte, logrando que Samuel simplemente asintiera con la cabeza —¿Tú tienes un romance con la mosquita muerta de Raquel?

—¿De dónde sacas eso?

—No me respondas con otra pregunta. Simplemente responde bien. ¿Tienes o no un romance con ella?

Tóxicos: Muy DañinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora