67. Consumido por el miedo

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Capítulo 67:
Consumido por el miedo.

   Raquel se encontraba de lo más agusto en la oficina de la psicóloga Beatríz. Su mirada recorría sus alrededores mientras la psicóloga escribía en su libreta algunos apuntes de la conversación. Ambas se encontraban sentadas en los sofás de la oficina, los cuales estaban en una esquina del lugar. El gran ventanal de cristal daba con vista a la ciudad, y justo Raquel captó el momento cuando un avión volaba por el cielo.

   La oficina de la psicóloga se encuentra en el quinto piso de un edificio, por esa razón se podía apreciar mejor la ciudad desde el ventanal.

   Con un sorbo a su taza de té, la psicóloga volvió a mirar a Raquel para luego sonreírle. La conversación estaba saliendo bien, mostrando a una Raquel más animada en responder a las preguntas.

—No sabes la alegría que siento en mi corazón cuando mis pacientes van teniendo pasos firmes en su recuperación. Sé que hace falta seguir trabajando en ti, Raquel; pero debo de admitir que has tenido un buen avance.

—Trato de que las cosas no me afecten tanto como antes, aunque en algunas ocasiones se me haga complicado.

—Durante estos largos minutos de conversación me has dicho que te encuentras bien con tu familia, tus amigos y Samuel. Ahora respóndeme: ¿Cómo estás tú? En lo más íntimo y personal de tu corazón.

   Raquel respiró ondo mientras miraba algún punto en específico de la oficina, pensando bien en sus palabras para sonar lo más sincera posible.

—Le puedo asegurar que estoy mucho mejor que antes. En algunos momentos sí me llega a afectar un poco mi físico, más cuando veo a otras chicas, pero Samuel me ha hecho sentir especial. Mi cercanía con Dios también ha sido importante, ya que en la iglesia me recuerdan lo valiosa y preciada que soy para Dios. Valgo mucho más que el oro y la plata ante los ojos de Dios. Pero además, soy la causante de sacarle sonrisas a Samuel, mis padres y las personas que me aprecian a mi alrededor.

—Es maravilloso escuchar eso, Raquel. Háblame más de ese punto cuando te afecta tu físico. Hemos ido trabajando en eso.

—Sí, y reconozco que he mejorado —dijo ella, sonriendo —. Pero me es inevitable no compararme al ver a una chica guapa. Me suele pasar mucho cuando estoy en las redes sociales. Hay tanta gente guapa que... suelo criticar un poco mi aspecto. Las terapias me han ayudado, al igual que mi cercanía con Dios; pero creo que es inevitable no sentirme mal al no tener el cabello como Vanesa, los ojos de Rocío, la altura de Gisella, las pestañas de Jimena, la sonrisa de María, y en fin.

—Suele pasar mucho. A tu edad también tuve el mismo problema, pero me ayudó mucho el aceptarme tal cual como soy. Lamentablemente los estereotipos de belleza en la sociedad han provocado que pasen casos como el tuyo y el mío, Raquel. Hoy en día se ha estado trabajando en eso, para hacerle entender a la sociedad que la belleza es extensa y diversa, no es limitada. Cada persona tiene rasgos y actitudes que los hacen especiales, pero no menos que nadie. Tú eres hermosa, Raquel. No necesitas de la aprobación de nadie para entenderlo. La única aprobación que necesitas es la tuya. Mantén siempre esas palabras en tu mente y verás que con el tiempo todo mejorará en tu autoestima.

—Sí, lo tomaré bastante en cuenta.

—Me alegra que el tema de la iglesia también te tenga animada.

—Sí, jamás lo imaginé de esa manera. Me siento cómoda y feliz. Es una pena que Samuel no.

—Debes de entenderlo, para él ese tema no fue muy fácil.

Tóxicos: Muy DañinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora