71. Otra vez juntos

21 0 0
                                    

Capítulo 71:
Otra vez juntos.

   Kimberly salió satisfecha del baño después de haberse duchado como de costumbre. Al llegar a su habitación se quitó la toalla y empezó a aplicarse crema por todo el cuerpo, procediendo después a echarse un poco de perfume. Una vez que se colocó su ropa para dormir se miró en el espejo completo de su habitación, pasando una mano por su corto cabello. Fue entonces cuando un pequeño recuerdo del pasado la hizo pensar sobre la idea de volver a dejarlo crecer. Rafael en la mañana le había manifestado el gusto por su antiguo look, así que de alguna manera eso le hizo pensar más sobre la idea de volver a dejarlo crecer.

   Cuando Kimberly quiso dirigirse hacia su cama se detuvo al escuchar unos golpes a la puerta, así que sin dudar le pidió a su papá que pasara ya que eran los únicos que estaban en casa.

   En cuestión de segundos su papá abrió la puerta, teniendo cuidado de no hacer caer el plato de comida y el vaso con chocolate. Una sonrisa se le dibujó en su rostro al mirar a su hija sentada en la cama, así que se acercó a ella para entregarle su cena.

—Pensé en llamarte a comer, pero entiendo que andas triste. Aquí te traigo tu sándwich y tu vaso con chocolate.

—¿Triste? —preguntó Kimberly al tomar el plato y el vaso.

—Sí, triste. Lo noté desde que llegué del trabajo. ¿Está todo bien? —preguntó Calixto, sentándose a la orilla de la cama.

—Algo así —contestó ella, procediendo a beber un poco de su chocolate para después dejar en vaso sobre la mesita de noche —. Me siento extraña, papá.

—¿Cómo así? Sé más clara, hija. Aquí estoy para escucharte.

—Me siento... sola. Por alguna razón no me mentalizo haciendo algo en el futuro. Es como que si una parte de mi se estuviera desvaneciendo poco a poco.

—No estás sola, hija. Sabes que cuentas conmigo y con tu mamá. Ah, y también con Dios.

—A este punto creo que Dios ya se olvidó de mi —dijo ella, mirando el sándwich sobre el plato.

—Créeme que no lo ha hecho. Él sabe perfectamente lo que sientes y lo que debes de hacer para salir de esa especie de soledad en la que dices estar.

—¿Y cómo hago para conseguir esa respuesta?

—Acercándote más a él.

—Me vas a disculpar, papá; pero se me hace un poco absurdo acercarme a alguien que no puedo ver. Ni si quiera sé si me oye. A lo mejor está cansando de verme respirar.

—No digas eso, hija. Te reto a que te acerques a él. Antes de dormir habla con él. Créeme que Dios responde a las oraciones, sólo hay que tener fe.

—A ti no te ha respondido las oraciones —dijo Kimberly, logrando que su papá frunciera el ceño —. Le has pedido que mi mamá y yo nos acerquemos más a él, pero ha sido todo lo contrario. Mamá sigue feliz con su amante y yo sólo quiero irme a la playa para usar un lindo traje de baño mientras bebo unas frías cervezas.

   Ese comentario de Kimberly hizo que Calixto sonriera y bajara la cabeza por unos segundos, analizando las palabras de su hija para luego volver a mirarla.

Tóxicos: Muy DañinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora