10. Un paseo por la ruleta

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Capítulo 10:
Un paseo por la ruleta.

   La fila ya había avanzando más, y Samuel ya se encontraba en la entrada del juego. Sus ojos no dejaban de buscar a Kimberly por los alrededores; pero aún su novia no daba rastros de ella.

—Fue hermoso, cariño —le dijo una chica a un chico, saliendo ambos de uno de los muchos asientos de la ruleta de la fortuna. El chico mantenía un brazo sobre los hombros de la chica, y dándole un beso en sus labios pudieron marcharse del lugar.

—Boletos, por favor —les pidió el señor a cargo de la entrada a Samuel y Raquel.

—Perdón, no somos pareja —aclaró Raquel con una penosa sonrisa.

—De hecho yo estoy esperando a mi novia, y ella a su novio —mencionó Samuel —. Aguarde un momento —pidió Samuel, llamando a Kimberly por décima vez a su celular; pero su novia no contestaba.

—Niños, no tengo toda la noche —habló el señor a cargo de la entrada —. Miren a las personas detrás de ustedes, son muchas que esperan también montarse en uno de los asientos de la ruleta. No puedo esperar por ustedes.

—Sólo unos minutos más, por favor —pidió Raquel, juntando ambas manos frente a ella.

—¡Ya avancen, no tenemos toda la noche! —gritó un muchacho desde atrás, siendo luego apoyado por las demás personas.

—Podemos hacernos a un lado para que la pareja que me sigue se pueda subir, así daremos más chance para que nuestras parejas vengan —le informó Raquel al señor de la entrada.

—Si ustedes hacen eso pues les pediré que vuelvan hasta atrás de la fila. No quiero que estén estorbando en el camino.

—Pero...

—¿Ustedes no son amigos? —preguntó el señor.

—Nos acabamos de conocer aquí en la fila, señor —dijo Samuel.

—No importa, suban los dos juntos. Aquí no solo vienen parejas, también vienen amigos y familias. No creo que sus parejas se molesten, y tampoco creo que vengan en este momento —dijo el señor, abriendo la reja para que Samuel y Raquel caminaran hacia el asiento libre de la ruleta —. Boletos, por favor.

—Realmente yo sí he querido subirme a la ruleta desde que llegué al parque —confesó Raquel.

—Yo igual —dijo Samuel, volteando a mirar a Raquel para luego hacerse a un lado y suspirar profundo en lo siguiente que haría —. Después de ti.

   Raquel lo pensó por unos segundos, así que volteó hacia atrás para saber si Rafael por fin aparecía, pero no sucedió.

—Boleto, señorita —le pidió el señor a Raquel cuando Samuel pudo entregarle su boleto.

   Raquel pudo entregar el boleto, lo cual hizo que el señor sonriera con sus labios cerrados y luego les guiñara un ojo a ambos.

—Disfruten del viaje. Y tranquilos, si preguntan por ustedes diré que jamás los he visto.

   Samuel y Raquel fruncieron su ceño ante el comentario del señor y luego se dirigieron entre nerviosas risas hacia el asiento vacío de la ruleta, donde los estaba esperando un muchacho para abrirles la puerta del gran asiento color blanco.

—Gracias —dijeron ambos, mostrando una amable sonrisa para luego adentrarse al asiento redondo, el cual mantenía un techo que le daba un buen aspecto.

—Nos vemos dentro de un rato —dijo el chico que les abrió la puerta del asiento, pudiendo luego mover una palanca que hizo que la ruleta volviera a estar en movimiento.

Tóxicos: Muy DañinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora