34. Amantes

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Capítulo 34:
Amantes.

   El domingo por la noche, Samuel se encontró con Kimberly así como también se encontró Raquel con Rafael para poder tener intimidad. Esa fue la primera vez en que estuvieron de esa manera como amantes, y justo esa escena de infidelidad quedó plasmada en la mente de Samuel y de Raquel.

   Ambos aún asimilaban su actual posición de amantes, siendo de alguna forma confrontados por sí mismos ya que se desconocían por completo. En ningún punto de sus vidas pensaron en llegar a esta peculiar posición, donde están jugando a no ser descubiertos.

   Samuel estaba absorto en sus pensamientos mientras permanecía sentado en las gradas de la cancha de fútbol. Su mirada estaba tan perdida que le costó por unos segundos asimilar que José estaba pasando sus manos frente a él.

—¿Qué sucede? —le preguntó Samuel, saliendo de sus pensamientos.

—Eso mismo quiero saber yo de ti. ¿Qué te sucede? ¿Por qué andas tan pensativo? —preguntó José, sentándose a un lado de su amigo.

—Cosas personales.

—Creo pensar que tiene que ver con Kimberly, ¿o me equivoco? ¿Pudiste hablar con ella el viernes?

—El viernes ella no pudo ir. Hablamos fue el sábado.

—¿Y cómo quedaron las cosas entre los dos?

   Samuel le quería comentar toda la situación a su amigo, pero le había prometido a Kimberly que no diría nada. Justo ayer, domingo, ella se lo volvió a pedir para no ser descubiertos.

—Quedamos como amigos. Me negué a alejar la posibilidad de que ella y yo volviéramos a ser novios, pero ella me aseguró que en serio está enamorada de Rafael. Eso es lo que me tiene pensativo. Me cuesta aceptar que todo acabó entre nosotros.

   Samuel quedó sorprendido por la facilidad de sus palabras. Todo le salió tan natural que hasta sintió el dolor en su corazón.

   Obviamente Samuel guarda esa posibilidad de volver a ser el novio oficial de Kimberly, pero no debía de demostrar esa certeza frente a las personas, mucho menos ahora que son amantes.

—Vaya, amigo. De verdad lamento mucho que estés así. Mira el lado bueno, podrás tener ojos para otras chamas. Como por ejemplo Raquel.

—¿No te conté que ella y yo coincidimos el viernes en el mismo lugar donde yo me vería con Kimberly? Se supone que ella también se vería con Rafael en ese mismo lugar; pero él tampoco asistió, así que los dos aprovechamos para comer juntos unas hamburguesas. Le gustó la de aguacate.

—¿¡Ves a lo que me refiero!? —dijo José, alzando la voz mientras sonreía ampliamente.

—Baja la voz, José.

—Ella te gusta, no me lo niegues —susurró José, sentándose nuevamente mientras aún sonreía —. Vamos, amigo. Por lo menos confiesa que te llama la atención.

—Basta con ese tema, José. No me gusta Raquel. Además, también es muy pronto para yo asegurar algo así. Tan solo hemos coincido en algunas ocasiones, y no somos de hablarnos todos los días.

—¿Osea que si dejas que el tiempo avance puede que algo pase entre ustedes? Quizás en unos meses sí puedas asegurarme que te gusta.

—Olvida el tema, ¿te parece?

Tóxicos: Muy DañinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora