58. Defensas

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Capítulo 58:
Defensas.

   Raquel llegó a su habitación dispuesta a lanzarse a su cama, y al hacerlo miró hacia el techo para recordar esos comentarios que Rafael le había dicho fuera del colegio.

   La vergüenza y la incomodidad que sintió en ese momento fue tan grande que no quería mirarle el rostro a las personas que estaban presenciando la escena. Lo más que pudo hacer fue responderle a Rafael, soltando todo rastro de afecto que aún mantenía guardado hacia él.

   En su corazón ahora sólo hay desilusión, y sus lágrimas no se hicieron esperar cuando la impotencia consumió todo su cuerpo.

   Sentándose a la orilla de su cama pudo limpiar sus mejillas, las cuales mantenían ciertas lágrimas.

   Cuando su celular sonó dentro de su mochila no dudó en buscarlo, notando así en la pantalla que quien la llamaba era Rafael.

   Raquel no quiso contestarle, simplemente dejó que el celular siguiera sonando.

   Bastó a que él la llamara por tercera vez para que ella contestara, ya cansada de la presencia del chico en su vida.

—¿Se puede saber qué rayos es lo que quieres? ¿No te bastó con humillarme fuera del colegio?

—Andas malocita, Raquel. Bájale a tu tono de voz.

—Vete a hacerle la vida imposible a otra. A mí déjame en paz.

—Aguarda, no me cuelgues —pidió él rápidamente.

—Termina de decirme tus últimas palabras humillantes para que más nunca en tu vida me vuelvas a hablar.

—Calma, bonita.

—Te voy a colgar, Rafael.

—No lo hagas, te tengo que decir algo muy importante. Con la molestia se me olvidó, pero creo que es lo último que me falta decirte para que te lleves otra decepción mía.

—¿Qué es? Habla rápido.

—¿Recuerdas a tu amiga Cristina? La incondicional hermana de tu vida.

—No estoy para juegos, Rafael.

—Nos besamos hace unos meses, justo cuando tú y yo seguíamos siendo novios. ¿Sabes qué es lo mejor? Ella respondió al beso, y sé que le encantó.

   Raquel frunció su ceño, sin aún comprender nada. Se levantó de la cama y pasó su mano libre por sus ondulados cabellos, sonriendo con desilusión por la confesión que le acaba de soltar Rafael.

—Estás mintiendo. Esto lo haces para hacerme sentir peor de lo que ya estoy. ¿No te cansas de hacerme sufrir, Rafael?

—Si no me crees entonces pregúntale tú misma a ella. También puedes preguntarle a José, justo hoy se enteró de eso y luego me golpeó en la nariz porque le dije que soy mejor que él. Sus novias siempre...

—Cállate, Rafael —pidió Raquel, colgando luego la llamada.

   Raquel volvió a sentarse a la orilla de su cama, pasando sus manos por su rostro mientras asimilaba lo que Rafael le acaba de confesar. No podía creer que su amiga le había hecho tal acto de infidelidad y nunca se atrevió a decírselo; pero lo que más le molesta es que Rafael está disfrutando de todo esto, de verla sufrir.

Tóxicos: Muy DañinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora