68. Indecisiones

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Capítulo 68:
Indecisiones.

   Cuando Rafael abrió sus ojos notó que nada había sido un sueño, lo que pasó con Kendrick fue real.

   Despertar en la sala de la casa de Raquel le hizo entender que una gran mancha se había añadido a su expediente de vida, donde él era el responsable de la muerte de una persona.

   Con cuidado se quitó la cobija que lo cubría para después levantarse del sofá, estirando luego sus brazos mientras respiraba hondo. Un pequeño mareo hizo que se sentara en el sofá, parpadeando varias veces para mantener el control, así que guardó la calma para no alterarse.

—Vaya, despertaste.

   La voz de Raquel hizo que él volteara a mirarla, notando que se dirigía hacia él con una taza en su mano.

—Te traje un té de frutos rojos, mi favorito —dijo ella, entregándole la taza de té para luego sentarse a su lado —¿Dormiste bien?

—Sí, pude dormir. Gracias por el té y por no dejarme ir a mi casa anoche.

—¿Ahora sí me vas a contar lo que te pasó? ¿Por qué llegaste así de nervioso anoche?

   Rafael no le contestó, simplemente desvió la mirada y procedió a beber de su taza con té.

—Estoy seguro que fue grabe como para que te comportaras de esa manera. Tanto fue así que hasta me dijiste “Por favor”.

—¿Eso fue lo que más te sorprendió? —preguntó él, mirándola de reojo y con una ladida sonrisa.

—Debo de admitir que no me lo esperé. Muy pocas veces lo dices, por eso cuando lo mencionas me sorprende.

—Has sido de las pocas personas en mi vida que conoce lo bueno y lo malo de mi.

—Siempre me ha gustado ver ese lado vulnerable de ti. Te hace ver como lo que realmente eres: Un ser humano.

—¿Acaso no lo era para ti?

—Yo estaba empezando a verte como un monstruo, y creo que no he sido la única.

—Vaya, no tengo un buen testimonio —dijo él, bebiendo nuevamente de su té.

—Jamás te había visto en ese estado como llegaste anoche. Estabas temblando tanto del miedo. Tus labios estaban pálidos y tu mirada perdida.

—¿Segura que yo tenía miedo?

—No te hagas ahora el desentendido. Sabes bien que tenías miedo. Eso no está mal, Rafael. Sentir miedo en algún momento de la vida es normal. Somos seres humanos, no robots.

—Como sea, no tiene importancia.

—Claro que lo tiene. Si necesitas ayuda sabes que cuentas conmigo. Anoche te lo comprobé al dejarte dormir aquí.

   Rafael volvió a beber de su té y luego respiró profundo, volteando después a mirar nuevamente a Raquel.

—¿Recuerdas aquella vez que me enfermé con fiebre?

—Sí, temblabas demasiado. No parabas de contar chistes para olvidarte de la fiebre, y aún así te quejabas cada vez que podías.

—Fuiste muy atenta conmigo. Durabas horas acompañándome mientras me colocabas compresas de agua fría.

—Recuerdo tus quejas sobre mi comida después de que te la preparaba con mucho amor.

Tóxicos: Muy DañinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora