43. Desorientados

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Capítulo 43:
Desorientados.

   Rafael y Kimberly estaban en una de las habitaciones de la casa de Hugo, quien les vende drogas en su casa para que se diviertan. En ese momento ambos estaban dormidos en una cama, simplemente con ropa interior. Lo que consumieron hizo que perdieran la noción por unas horas, tuvieron intimidad y luego se durmieron. Cuando Kimberly abrió sus ojos trató de entender dónde estaba hasta que miró a su alrededor, sintiendo su boca seca y leves mareos por lo débil que se sentía. Al mirar a su lado notó a Rafael descansando placenteramente como si nada le molestara. Kimberly trató de levantarlo para que saliera a buscarle agua, pero él gruñó con molestia y se volteó para darle la espalda.

—Eres de lo peor, mugroso —dijo ella con amargura, dándole un leve golpe al chico en su hombro derecho.

   Kimberly se levantó de la cama, y con cuidado buscó su ropa para poder vestirse. Al salir de la habitación miró hacia ambos lados para asegurarse que no estuviera nadie; pero al llegar a la sala se sorprendió de ver a varias personas en el suelo y los sofás. La mayoría estaban drogados, mientras que una pareja se estaban besando sin descaro alguno en uno de los sofás. Rascando su cabeza terminó llegando a la cocina, notando así que alguien estaba cocinando. Era la misma chica que una vez encontró con Hugo, aquella que pagaba las drogas con placeres sexuales y que Hugo trataba como le daba la gana.

—Hola —saludó la chica cuando notó la presencia de Kimberly —. ¿Necesitas algo?

—Sí, vine por un vaso de agua.

—Busca en la nevera. Hugo compró suficiente agua esta mañana —informó la chica mientras cocinaba unas salchichas guisadas en un sartén.

   Kimberly tomó un vaso y luego se sirvió agua, bebiendo hasta saciarse. Su garganta y su boca estaban tan secas que a la primera gota de agua que entró se pudo sentir como el mejor momento del día.

—Vaya, tenías sed. Te entiendo, me pasa cada vez que me drogo.

—¿Tú llevas mucho tiempo viniendo para acá?

—Algo así. Realmente no sé exactamente, pero sí te puedo decir que no tengo años aquí.

—Tú eres la chama que está con Hugo, ¿no es así?

—Estoy por placer, nada más. Pero placer por las drogas, no por él.

—Por un momento pensé que eras su novia.

—Hugo no es de novias. Es un patán que le encanta el sexo y robar a las personas.

—Sólo estás con él para poder drogarte.

—Exacto. Cuando mis padres me dan cierto dinero puedo comprar las drogas, pero cuando no tengo el dinero pago con sexo.

—Vaya, que interesante —dijo Kimberly, alzando sus cejas para luego volver a beber de su vaso de agua.

—¿Tú eres la novia de Rafael?

—Sí, soy su novia. ¿Por qué lo preguntas?

—Una vez él quiso propasarse conmigo —mencionó Débora con una sonrisa mientras cortaba unos tomates.

—¿Qué? ¿Cuándo?

—No lo recuerdo bien, pero creo que fue hace unos cuantos meses atrás. Ambos estábamos drogados, pero yo recuerdo algunas cosas. Ese mismo día llegó un amigo y me lo quitó de encima, pero créeme que Rafael estaba intenso.

—Ya me lo imagino. Sobrio y drogado es intenso. Me alegro que ese amigo tuyo haya llegado para ayudarte.

—Erick —dijo Débora —. Se llama Erick.

Tóxicos: Muy DañinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora