добро пожаловать, босс

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–Hijo, hay algo de lo que quiero hablar antes de que te vayas.

Me detuvo el hombre mayor.

–Habla.

Dije girándome sobre mis pies.

–Hijo, creo que ya es hora de que consigas un puesto en el gobierno. Se acerca el fin del cuatrienio. Con el apoyo de las familias más poderosas de Rusia lo conseguirás.

Informó. Desde que mi bisabuelo se convirtió en presidente, cada uno de los Lermontov había pasado por aunque sea un puesto de gobierno. Ninguno había llegado a ser ni la mitad que el gran Nikolai, pero si fueron poderosos. Sabía que algún día me tocaría tomar esa decisión de participar en la política. Aunque no era tan malo, pues desde chico me había propuesto empatar o superar al rey de lo Lermontov.

–Padre, nosotros somos la familia más poderosa de todo Asia, no necesito el apoyo de esos ancianos. Me convertiré en el presidente por mi cuenta.

Solté y salí de la casa. Afuera me esperaba el chófer que sin dudarlo arranco en cuanto subí al automóvil. El camino fue tranquilo, aunque no puedo decir lo mismo de la llegada. Al bajarme del auto miles de periodistas se acercaban para preguntarme sobre la salud de mi padre. Además de la razón de mi regreso al país. Los guardaespaldas me abrieron camino entre la multitud que luchaba por conseguir una historia jugosa. Adentro todo fue más tranquilo, lo empleados se acomodaron en las esquinas para reverenciar mientras caminaba. Entre al elevador y al llegar a mi piso entre a la oficina

–Joven amo, me enteré de que había vuelto, pero no sabía que vendría tan pronto a trabajar. Aquí están los documentos sobre el nuevo producto y sobre las armas, ya están de camino. Habrá una fiesta en la y es obligatoria su asistencia. Allí estarán las familias secundarias y las familias más importantes. ¿Desea que le consiga un acompañante?

Hablo la secretaria de mi padre. Su tierna sonrisa, su camisa desabrochada y su falda corta hacia obvias sus intenciones. Antes no me hubiera negado, pues Danna, había sido mi amante en el pasado. Como había vuelto a Rusia, pensaba que iba a volver con ella y a llevarla a eventos grandes. Aunque ahora tenía otra persona a quien llevar.

–No hará falta. Iré con mi omega.

Respondí. Eso la hizo enojar, se notaba en su seria expresión, aunque no me importaba. Tras despedirse salió de la oficina enfurecida. Sin darle importancia contacte a Caesar y le pregunte por mi hermoso pedazo de Sol. Resulta que había estado todo el día con los tigres, jugando con ellos y alimentándolos. Mi mano derecha se notaba divertido ante la situación y cuando los tigres se enredaron en las piernas del omega causando sus caídas no pudo evitar reírse a carcajadas. Aunque yo no me quedaba atras atravez de la video llamada lo observaba encantado con su torpeza.

–Más te vale que cuando llegue no tenga ningún rasguño y este preparado para la fiesta de la noche.

Ordené. Al ver que Caesar curaba unos pequeños rasguños que tenia en la rodilla. Lamentablemente para el, los tigres no dejaba de intentar lamer la sangre.

–¿Fiesta?

Pregunto el pequeño omega.

–Es una fiesta pequeña que hará un primo lejano. Allí te presentaré como mi prometido.

Respondí.

–No quiero ir. Me voy a aburrir.

Se quejó soltando un puchero.

–No estás en posición de negarte.

Hablé con tranquilidad. Apesar de estar lejos sentí su rostro enojado y sus ojos llorosos. Además de la enorme tensión que se formó en el ambiente. En ese instante me arrepentí de mis palabras. Mi objetivo no era hacer que me odiara más bien era enamorarlo.

–Es una pena, escuche que iban a hacer muchos postres.

Hablo mi padre desde el otro lado utilizando su francés fluido. No supe en qué momento llegó. Solo sabía que me había salvado.

–Jefe, ya llego al país el vagón de cocaína.

Dijo Danna, entrando a la oficina.

–Tengo que dejarlos, tengo cosas que hacer.

Colgué la llamada con seriedad.

Peligro RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora