романтический душ

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Al llegar la tarde, salí de la oficina. Tenía que llegar pronto a casa para prepararme para la fiesta. Además de disculparme con Étienne por lo de la mañana.

–Aleksander, ¿podríamos hablar?

Pregunto.

–¿Qué quieres Danna?

Devolví la pregunta. En respuesta se abalanzó sobre mis labios con deseo.

–Sabes muy bien lo que quiero.

Hablo besándome.

–Suéltame, si no quieres que le envíe a tu familia tu cabeza en una caja.

Dije enfadado mientras la empujaba.

–¿Cómo me olvidaste tan rápido? ¿Acaso ese omega lo hace mejor que yo?

Pregunto entre lágrimas.

–Seguramente.

Respondí alejándome. Abajo el chófer me esperaba con seriedad. Como en la mañana, el viaje fue completamente silencioso. Al llegar a mi amado hogar, bajé del auto en dirección a mi habitación. Allí Étienne estaba tranquilo leyendo un libro. Al oír la puerta se detuvo y me observó. Con pasos firmes, me acerqué a él y lo besé con fuerza. Necesitaba sacar ese mal sabor de mi boca y que mejor menta que el dulzor de mi omega. Al separarnos observé su rostro sonrojado y agitado.

–¿Caesar trajo tu traje?

Pregunte. Con delicadeza asintió.

–Entonces preparémonos juntos

Dije y le sonreí. Lo levanté como una princesa y lo lleve al baño. A pesar de sus luchas por alejarse, logre desnudarle y entramos juntos a la ducha.

–¿Era necesario?

Pregunto con seriedad. A pesar de estar dándome la espalda pude notar su sonrojó.

–No, pero, me gusta estar así – respondí. Con mis brazos rodeé su cintura y en respuesta dio un tierno brinco. –Lamento lo que dije esta mañana. No estoy acostumbrado a ser amable y paciente.

Dije.

–¿Qué pasó esta mañana?

Pregunto. Ante eso no pude evitar reírme. Todo el día había estado preocupado por algo que se le olvidó en dos segundos. Al notar mi burla me miró con odio y me golpeo. Aunque para mí solo fueron como cosquillas. Eso hizo que me riera aún más y me aferrara a su espalda juntando nuestros cuerpos. Con suavidad besé sus labios con dulzura. Dulzura que poco a poco empecé a profundizar mientras estrujaba su trasero.

–Vamos a llegar tarde.

Interrumpió con nerviosismo. Con rapidez se colocó la bata de baño y salió del lugar. Dejándome con una enorme erección. Con un suspiro comencé una profunda conversación entre mi pene, mi mano y yo. La cual me costó apagar.

Tras vestirnos bajamos las escaleras. Allí mi padre nos deseó buena suerte y me recordó la política. Mi madrastra nos miraba enojada, ya que, no podía ir a la fiesta por tener que quedarse con mi padre. En cambio, Aaliyah y Lev, iban con nosotros, mientras Pavel iría aparte. En el auto había una tensión horrible entre ambos omegas. Étienne intentaba sacarle conversación, pero mi hermano le respondió con sequedad y superioridad. En busca de ayuda me miró con ternura.

–Hermano, en Francia Étienne estudiaba lo mismo que tú quieres estudiar cuando entres a la universidad.

Añadí.

–¿Te gusta la psicología pediátrica?

Pregunto aprovechando el pequeño empujoncito que le di.

–Sí.

Respondió.

–Es una carrera muy difícil, pero seguro que te acoplas bien. En Francia los exámenes eran supercomplicados. –Hablo.–¿Cómo te diste cuenta de que querías estudiar eso?

Preguntó.

–En casa había un niño, él era hijo de uno de los sirvientes. Un día estaba llorando y hablé con él. Cuando de un momento a otro sonrió, me di cuenta de que quería estudiar eso. – respondió –Yo, no debí contar eso, es una razón muy tonta. De seguro tú tienes una mejor.

Hablo con tristeza.

–Es una muy buena razón, yo solo lo escogí por qué me gustan los niños. Además de que siempre me han interesado las múltiples emociones que puede tener el ser humano.

Solté.

–Eres raro.

Aseguró con una sonrisa.

Peligro RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora