Ha sido una semana complicada. Entre las múltiples reuniones o papeleo por firmar, casi no he podido regresar a casa. Es como si el destino luchará por separarnos. Aunque por obvias razones no permitiré que me gane.
–¡He vuelto!
Exclamó entrando a la casa. En esta Juay y Mahia me reciben con una calida y tenebrosa sonrisa. Algo precavido acaricio su pelaje mientras espero al su perfecto dueño. Con cada paso que da el sonido de sus suelas se escucha más cerca anunciando su llegada con un afable sonido.
–Bienvenido.
Saluda con una sonrisa. Con dulzura me aferró a su cuerpo y al alejarme acaricio su hinchado vientre.
–Lamento no poder haber ido a la cita, ¿que te dijo el doctor?
Pregunto sonriente.
–Es un bebé muy sano, algo energético a decir verdad.
Explica. Manteniendo mi sonrisa beso sus labios con pasión. Pasión que deseaba ser calmada, aunque los llantos del pequeño bebé que ansiaba el pecho de su madre lo calmaron de una forma no muy placentera.
–¿Cómo está mi príncipe?
Pregunto acariciando su rostro.
–Pronto cumplirá el año.
Me recuerda con seriedad. Seriedad que me transmite con una rapidez desagradable. Algo enojado suspiro y levanto al bebé que en el suelo luchaba por ser cargado.
–No he olvidado mi promesa, pero me temo que tendra que esperar.
Explique. De un modo u otro me sentí culpable. Sé cuánto anhela ese viaje. Sé cuánto anhela ver a su familia, pero mis responsabilidades actuales no me permiten viajar. Su rostro lleno de decepción mira el suelo.
–Les prometí que iríamos.
Soltó liberando las primeras lágrimas. Con frustración besé su frente. Mientras mi mano dirige su cintura escaleras arriba. Ya en la habitación recostó al bebé sobre la cama y lo observó detenidamente.
–No me gusta verte así.
Dije pegando su rostro a mi pecho. Al sentir el mismo húmedo apretó mi agarre con firmeza.
–¡Hermano!– exclamó Lev abriendo la puerta –¿Interrumpo algo?
Pregunta curioso.
–No, ¿qué sucede?
Pregunto con seriedad sin despegar su cuerpo del mio.
–Lamentablemente, Taras ha estado siguiendome a todos lados. En la mañana me quiere llevar a la escuela y en la tarde me quiere buscar. Me tiene harto.
Explica con enojo. Al escuchar eso no pude evitar reírme siendo acompañado por le omega el cual reía entre sollozos.
–Oye no te rías, más bien ayúdame.
Pidió haciendo un puchero.
–Cariño te traje los postres que me pediste.
Saludos el rey de Roma entrando en escena. Al escuchar postres el omega no dudo en alzar la mirada con deseo.
–Dame esa bolsa.
Ordené. Al principio no me hizo caso, pero con una simple seña de mi hermano no dudo en entregarmelos. Cosa que me confirmó un "pequeña obsesión" por su parte. Al tener el bolso cerca el omega no dudo en sacar un paquete de dulces. Para mi sorpresa esa marca de dulces solo es vendida en Nenetsia. Ciudad que queda a diecisiete horas de aquí.
–¿Cómo llegaste tan rápido?
Pregunto el omega confirmando mis dudas. Le había pedido esos dulces apropósito para deshacerse del pelirrojo.
–Tengo mis contactos.
Respondió orgulloso.
–Incluso con contactos, el viaje de Ivánovo a Nenetsia toma diecisiete horas en avión. En imposible que los tengas tan rápido.
Hablo recarcando la palabra "avión". Por alguna razón entendía a Taras. Cuando quieres a alguien haces lo que sea por él. Como, por ejemplo, buscar dos tigres de Tasmania para que los traigan en tan solo media hora. Al pensar en eso no pude evitar sonreír y mirar al omega que disfrutaba de los dulces. Su tierno rostro daba a entender su placer tan grande. Placer que era interrumpido por los gritos del enamorado alfa y el arisco omega.
–¡Ya sueltame!
ESTÁS LEYENDO
Peligro Ruso
Romance¿Que hacer si te enamoras de un omega en un país extranjero? Para Aleksander Garryovich Lermontov, la respuesta era más que clara. Pero... ¿es la respuesta correcta. +18 Publicada: lunes, 12 de febrero de 2024 •Esta historia contiene partes que much...
