дядя Николас

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–Jefe, ¿que planea?

Pregunto Magdalena al ver como me alejaba hacia la salida. Mis pasos firmes retumbaron por el pasillo. Y mi mente se negó a retroalimentar nuestra conversación. Cuando mi ruta ya estaba leída por la omega gire sobre mis pies dirigiendo mis pasos al sótano.

–Alexia, llama a mi tío Nihcolás.

Ordené. La mujer de cincuenta asintió y salió del lugar. A mi lado Caesar analizaba cada uno de mis movimientos. Preparándose a la par para el próximo.

–La última vez que vi a mi tío, me dijo: "Si quieres que algo salga bien, llámame", un mensaje algo egocéntrico, pero que ha sido certero.

Hable organizando y limpiando algunas navajas. Pronto mi reflejo se visualizo en un cuchillo grande de cocina. Gracias a él, note la figura rubia de ojos azules que caminaba hacia mi. Apesar de ser un hombre mayor su porte lleno d evida nunca cambiaba. Era como si nunca fuera morir.

–Aleksander Garryovich Lermontov, me sorprendió tu llamada.

Saludó. A su lado la mujer que nos había servido durante años caminaba a la par de sus pasos.

–Un imbecil envenenó a mi hijo y omega. Por lo que necesito estar aquí con ellos. Por eso quiero pedirte que te hagas cargo.

Fui directo al grano.

–Envenenar a un Lermontov, ya sea un niño o adulto es un pecado, pero envenenar a su omega es imperdonable.

Respondió con simpleza. Su aura se volvió oscura, supongo que por recuerdos del pasado. Recuerdos que fueron borrados a punta de golpe por mi difunto abuelo. Para el abuelo y mi familia lo más importante siempre sería los herederos. Mientras que para mi tío Nihcolás, que siempre fue el más "delicado", lo más importante siempre seria el omega de la casa.

–El mundo, incluyéndome lo conoce como el señor Lang. Es el actual presidente de China. Que conste que te llame por que quiero evitar que el conflicto vaya más allá.

Explique. El alfa simplemente se cruzo de brazos y observó atentamente sus fotos que Caesar colocó sobre la mesa.

–Hay un pequeño detalle– hizo una pausa – ¿Cómo sabre cuál es el objetivo si todo los chinos son iguales? – de inmediato nuestros rostros se llenaron de enojo – Es broma sobrino, no te enojes.

Añadió con una sonrisa.

–Eso espero. – murmuré –Adiós tío.

Me despedí rápidamente y salí del lugar. Con apuro subí las escaleras en dirección a mi habitación. Adentro el omega se retorcía agarrando su vientre. Llenando mi corazón de culpabilidad nuevamente.

–No te preocupes Étienne, pronto todo estará bien.

Hable besando su frente. Recostado sobre mi pecho, el omega estiro su brazo y acaricio la pequeña cabeza de su hijo mayor que dormía tras un largo periodo de dolor.

–No dejes que nada le pase.

Pidió entre lágrimas.

–Juro que no dejare que nada les pase.

Dije con confianza. El omega río levemente entre sus largos sollozos y se dedico a absorber mis feromonas en busca de poder descansar. Aunque el dolor seguía golpeando su vientre de forma ruda.

–Aleksander, permiteme aplicar las dosis al suero.

Pidió. Con rapidez me aleje y observe como el líquido trasparente se mezclaba con el agua salina de la bolsa. Al aplicar la segunda dosis en el suero de Aleksey  el agua se torno amarilla. Esto ocasionó un gran susto en mí. Este miedo me corto la respiración.

–Es algo normal. No afectará en nada al niño.

Me leyó la mente la doctora. Su mirada concentrada me lleno de seguridad. Ella jamás le haría daño a la familia o por lo menos eso quiero creer.

Peligro RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora