Мученичество под названием любовь

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Esa noche fue un completo martirio. Pensar en que sucedería en el futuro o si siquiera llegaríamos a él. Pensamientos desgarradores e incontrolables en la opinión de muchos. Aunque para la familia Lermontov, que se ha reído en la cara de la muerte desde sus inicios, aquella fatídica noche llena de sangre y gritos de auxilio sólo era un dia más en su diario vivir.

"Sobrevivir", una palabra que va por encima de todo. Una palabra que sí, te salva, pero, no te protege de los estragos de tu tragedia. Pero, apesar de todo eso, siempre hay que recordar que después de la tormenta viene el arcoiris. Por lo tanto, todo será mejor.

–Buenos días.

Saludo abriendo sus ojos.

–Lamento despertarte, pero Alekseý tiene mucha hambre.

Explique. El omega entendio el mensaje y se sento en al cama con algo de dificultad. Acelerando e, paso par ano incomodarlo, me senté detrás de su espalda utilizando mis brazos para acomodar al bebé en su lecho. Allí se dedico a alimentar su delicado ser que algun día se convertirá en un alfa hecho y derecho. ¿Cómo se sentirá tener un omega?

–¿Cómo esta tu brazo?

Pregunté observando su mejilla mientras esperaba una respuesta.

–Está mejor. Ya casi no me duele.

Hablo mirando el mismo con pesar. Cada vez que veo su rostro así, la culpabilidad me ataca, gritandome una y otra que esa hermosa piel de porcelana fue herida por mi culpa. Poco apoco me carcome devolviendo aquel recuerdo de Francia a mi mente.  El recuerdo de un chico aplicado, cuyo único deseo era acabar sus estudios ante de los veinte. Deseo que le fue arrebatado por un alma codiciosa. Que apesar de su obsesión con su víctima, es incapaz de contarle su pasado para ser consolado con ternura.

–¡Aleksander!– exclamó mirándome con rareza – Alekseý ya esta lleno, sácale los gases.

Pidió con seriedad. Con un leve asentimiento me levante y camine atra vez de la cama dándole la espalda. Con delicadeza golpeé la espalda del bebé. Este miraba la habitación con curiosidad.

–¿En que piensas?

Pregunto mirándome con preocupación.

–No lo sé.

Respondí con simpleza. En mi mente surcaban tantas cosas que me volvía loco. Cada hueco estaba lleno de alguna memoria que me llevaba al mismo sentimiento de culpabilidad. ¿Acaso este es el precio por mo codicia?

–Estaré aquí siempre que me necesites.

Aseguró acariciando mi rostro con su mano libre. Sin dudarlo me recuesto sobre su hombro y lloro en silencio mientras el acaricia mi columna. Desde abajo el pequeño bebé nos miraba con sus hermosos ojos azules heredados de su madre. El omega más bondadoso que existe.

–Jefe– murmuró Caesar abriendo la puerta.– Lamemto interrumpir.

Habló.

–¿Qué sucede?

Pregunté secando mis lágrimas dándole la espalda para ocultar mi debilidad.

–Encontramos a Calina, planeaba viajar a Miami, pero la detuvimos a tiempo.

Explicó.

–Deja que sienta miedo un rato. Mañana me haré cargo de esa maldita.

Informé.

–Cómo usted quiera.

Dijo y salió de la habitación. Al devolver mi vista el omega no paraba de mirar la puerta. Como si su mente leyera, sabía que me iba a pedir que no hiciera nada.

–Lo siento, pero ella debe pagar por lo que hizo.

Solté dejando al bebé en su moisés. Con un leve suspiro se sentó en la cama mirando al bebe que descansaba plácidamente.

–Solo no te metas en más problemas.

Pidió mirando el suelo.

–Este será el último.

Dije, pero sabía que no lo sería y el también. Una vez que entras al mundo de la mafia solo hay un forma de salir y esa es muriendo. Sí, te puedes alejar, pero siempre habrá algo que te vinculará con ello y te convertirá en un blanco.

Peligro RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora