Peligro Ruso

Просто доверься мне

–Buenos días.

Saludé al ver como sus hermosos cielos se abrían con suavidad. Lo único que recibí fue una mirada somnolienta. Con lentitud camino hacia el baño, pues él sabía que pronto llegaría Adelina. Al escuchar la ducha caminé hacia el baño con una sonrisa pícara. Al entrar el omega se tapó con rapidez. Camine hacia él, mientras  me desnudaba y entre a la ducha.

–¡Yo me puedo bañar solo!

Exclamó al ver como acercaba mis manos llenas de jabón a su delicado cuerpo. Como si nada hubiera dicho, comencé a acariciarlo con precaución. Sabía que esperar a la boda era lo mejor, pero, como podía abstenerme teniéndolo tan cerca. Su cuerpo me acababa de múltiples e incontrolables maneras y más su redondo trasero. En este me centré. Debía ser limpiado correctamente, aunque el interior tendrá que esperar un poco más.

Tras salir de la ducha Étienne se alejó lo más posible de mi. Agarró el primer conjunto que encontró en el closet y se vistió. Lo que no sabía es que ese conjunto era una sexy lencería. Al parecer su inocencia convertía esa prenda en algo normal en Rusia. Me dispuse al dejarlo así hasta que se diera cuenta de lo que llevaba puesto. Aunque no solo fue por molestarlo. Mis planes quedaron arruinados al ver como intentaba abrir la puerta dispuesto a bajar a desayunar. Con rapidez agarré su cintura con firmeza y lo recosté sobre mi falda.

–Ni piense salir así vestido.

Ordené con seriedad.

–¿Por qué no? A mi me gusta y es muy fresco.

Hablo con inocencia.

–Cariño, eso no es un conjunto para andar en casa. Eso es una lencería.

Explique.

–¿Qué es eso?

Pregunto. Con tranquilidad le expliqué todo a detalle. En respuesta recibí una fuerte cachetada, según él, por aprovecharme de su inocencia. Razón no le faltaba. Así que preferí callarme y ver como se cambiaba con rapidez. Como pareja, bajamos las escaleras agarrados de las manos. Allí todos nos esperaban incluyendo dos caras nuevas, Adelina y Adrien. Este último sonrió al verme.

–Ves, te dije que hacían bonita pareja.

Hablo mi padre. La diseñadora volteó los ojos. Sabía que ante el gran Garry Lermontov nunca podría ganar una discusión. Era como pelear contra tu reflejo. Sin importar que dijeras, siempre había respuesta.

–Y cuéntame, Étienne ¿cuál es tu vestido soñado?

Pregunto sacando su hermoso francés. El haber estudiado diseño de moda en aquel romántico país la había convertido en uan experta francesa. Aunque, su apariencia albina soltaba su nacionalidad. Aunque la mayoría pensaría a primera vista que es una ciudadana estadounidense.

–Bueno...–Murmuró –Nunca había pensado en vestidos, pero, siempre quise esos accesorios que se llevan en la cabeza. Eso que tienen piedras preciosas que cuelgan a lo largo de tu frente.

Explicó.

–Comprendo. En ese caso, quisiera que vieras estos diseños después del desayuno.

Pidió

–Perdona que pregunté, pero, ¿para qué tengo que verlos?

Pregunto asustado.

–Ejem... –tosí al casi ahogarme con la comida.–Son para nuestra boda.

Añadí mirándolo con seriedad. Con la mirada quise recordarle que me lo debía por los tigres. Ante su asentimiento y disculpas por su mente olvidadiza se despidió con la típica excusa de que no tenía apetito. Al instante, Lev, me miró con odio. Así que enojado y con hambre me dispuse a seguirlo. Camine con lentitud y llegue al hermoso jardín trasero en el cual se encontraban los tigres junto a su sensible amo.

– Lamento lo de hace rato, no debí tratarte así. Sé que no quieres estar aquí y lamento tener que obligarte, pero, para mi es la única opción para tenerte a mi lado.

Solté.

–Sí hubieras sido paciente nada de esto estuviera pasando. Me gustabas Aleksander, fuiste el único alfa que me hablo a pesar de ser un completo nerd. Quizás con paciencia y suavidad pudimos haber sido más que... esto.

Expuso.

–Ahora también podemos serlo – dije agarrando sus manos –Se quejó no será igual que como lo habías planeado, pero con el tiempo podremos ser una familia. Solo confía en mí.

Dije besando sus manos.

–Lo intentaré.