Я делаю это правильно?

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Tan pronto termine mi comida, salí del comedor y camine por los pasillos de aquella mansión. Entre al sótano y allí me esperaba el hombre con los ojos rojos.

-No me digan que le dieron marihuana.

Dije con burla.

-No señor, estuvo llorando desde que lo trajimos.

Hablo Caesar. Aún riéndome, me acerque al anciano que temblaba. Con suavidad acaricié su rostro y me aleje. Estire mi mano hacia Caesar y el me entrego una foto, una foto familiar.

-Tienes una hermosa familia. Tu omega e hijo son hermosos - dije - Hace unos días George Petrov vino a mi, y me pidió algunos omegas. Así que cuéntame ¿lo hace rico?

Pregunté señalando a su esposo.

-No por favor. Haré lo que quiera, solo no les hagas daño.

Rogó entre lágrimas.

-¿Quién te mando?

Pregunté. Para mi, era obvio que no lo había hecho el solo. Siempre fue un hombre leal que estaba dispuesto a morir por los Lermontov. Así que, quizás eran los Adriknov, o incluso los Yaroslanov. Sin importar cuál lo hiciera, este pagará con sangre.

-Geo-George Petrov. ¡Fue George Petrov!

Exclamó.

-Caesar, ¿que dice la maquinita esa que compraste?

Pregunté.

-Se llama polígrafo- corrigió - Todo lo que dice es cierto.

Respondió. Así que este era su próximo paso. Robarme para obligarme a darle omegas. Me imagino que no se esperaba que yo descubriera a sus ratita. Con seriedad miré el rostro tembloroso del hombre. Se veía tan preocupado, pero, no por él. En sus ojos podía notar su enorme preocupación por su familia. Temía que por su error todos sufrieran las consecuencias y por un segundo me vi en él. ¿Qué quisiera yo si estuviera en su lugar? No me gustaría que me amenazaran con mi hijo. Siguiendo mis instinto lo golpeé fuertemente en el abdomen.

-Quiero que le den una paliza y después lo devolverán con su familia. Protejan a los omegas, estoy seguro que mi gran amigo no se quedará de brazos cruzados.

Hablé. Inmediatamente me aleje.

-Gracias.

Murmuró con una enorme sonrisa.

-Pero, señor, él nos traicionó. ¿Lo va a dejar así como si nada?

Pregunto Caesar mirándome con rareza.

-Tienes razón Caesar, me estoy volviendo débil.

Dije.

-Señor, yo nunca dije que fuera débil.

Añadió.

-Eso no importa ahora. Solo hice lo que mi corazón decía.

Dije mirando el cielo estrellado por la pequeña ventana.

-Aquí estas, te he estado buscando.

Saludo Étienne.

-Cariño, ¿qué haces por aquí?

Pregunté. Caesar simplemente asintió y volvió adentro.

-Ya te dije, te estaba buscando.

Respondió.

-¿Me extrañabas?

Pregunté burlandome.

-¡Claro que no!

Exclamó. Juntos subimos las escaleras burlandonos el uno del otro. Al llegar, le abrí la puerta como todo un caballero. Adentro la hermosa luz lunar nos esperaba dándole algo de romanticismo a la habitación. Con delicadeza acerqué nuestros cuerpos y besé su labios con pasión. Con cuidado lo recosté sobre la cama y seguí besando sus carnosos labios. El deseo, la pasión y el amor reinaban en aquellas cuatro paredes. Cada parte de nuestros cuerpos pedía las leves caricias del contrario con avaricia. Era como un dulce juguete juguete te hacia sentir en el cielo. Los leves gemidos reinaban y junto a la calidez del momento cada parte de nuestra anatomía pedía a gritos que fuéramos uno.

-Alek, no podemos.

Dijo dándome un leve empujón. En ese momento el tiempos volvió eterno. No sabía que hacer, estaba desconcertado. ¿Qué había pasado? Todo estaba tan bien que incluso pensé que podría volver a embarazarlo. Luchando contra mis instintos, me recosté a su lado. Aunque, el dese seguía ahí, la avaricia por poseerlo me consumía y la enorme erección se negaba a desaparecer. Aunque al ver a mi tierno omega acercarse a mi pene con un rostro sonrojado mi sonrisa renació.

Con torpeza beso la punta mientras acariciaba la parte baja. Poco a poco, su boca se fue ensanchando y sus hermosos ojos me miraron con una sola pregunta.

¿Lo estoy haciendo bien?

Peligro RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora