–¿Hace cuanto el veneno entro en su sistema? – pregunto la beta inyectando el antídoto en su hombro. Aunque no hubo respuesta alguna – Dime que esto no es otro de tus fetiches raros.
Rogó acariciando la frente del omega. A su lado un omega amarro el brazo del omega con una banda y empezó a palmar su fosa del codo.
–Tengo varios fetiches, pero usar BI7.1, en mi omega nunca sera uno de ellos.
Hable. La chica simplemente suspiro. Pronto saco una gran aguja y la posiciono sobre el brazo la zona antes palpada.
–¡Duele!
Exclamó Aleksey con lágrimas en los ojos. Por el grito su hermano menor empezó a llorar desconsoladamente. Un enorme caos pronto se creo. Llenando la habitación de ruido.
–Lo siento doctora. Mi sobrino le teme a las agujas.
Habló Lev. Arrebatandome al niño.
–Duele.
Sollozo.
–¡Espera! – exclamo la doctora acercándose –¿Qué te duele pequeño?
Le preguntó. El alfa señaló su barriga entre lágrimas.
–¿Tomaste agua de ese vaso?
Añadió la beta. El contrario asintió.
–Maldita sea...
Murmuré enojado.
–Al parecer ya empezó a hacer efecto.
Habló la doctora llevando al pequeño en brazos. Rapidamente agarro otra dosis de antídoto y se la inyecto.
–Doctora, le recomendaría aplicar otra dosis. Tan solo es un niño y además el veneno ya hizo efecto. Llevamos tiempo estudiando este antídoto por lo que sabemos que no le ahora daño.
Persuadió. Con seriedad y una clara pregunta en su mirada mi fiel camarada y doctora Daiana Ecranova me miró. Aunque no había nada que pensar. En este punto no tenía nada que perder.
–Adelanté.
Ordené fríamente. Inmediatamente los pasos anteriores fueron repetidos.
–El pobre siquiera lloro por la aguja.
Murmuró Lev aferrándose a mi pecho entre sollozos.
–Neils, llama a Sascha y pídele 6 bolsas de suero, 6 dosis del antídoto del BI7.1 y una nodriza.
Ordenó. Su compañero asintió y salió de la habitación con su teléfono en mano.
–¿Una nodriza?
Pregunté.
–Étienne dio a luz hace algunos días, ¿no?– asentí – El veneno ya debe haberse mezclado con su leche materna, por lo cual será imposible que lo amamante.
Informó con seriedad.
–Alekseý...
Se escucho tenue la calida voz feliz omega. Buscaba a su hijo.
–Tranquilo cariño estarán bien.
Aseguré acariciando su frente. Aunque pronto su rostro se lleno de dolor. Con fuerza se aferro a su vientre en busca de aliviar un poco el mismo. Pero nada consiguió. Sus lagrimas me llenaban de frustración por no poder hacer nada ante su sufrimiento.
–Étienne...
Dije besando su frente. La impotencia dominaba mi corazón. Y la mirada preocupada del Natascha no ayudaba en nada. Apenas es una bebé. ¿Cómo puede percibir el peligro?
–¿Cuanto tiempo tardara en hacer efecto?
Pregunte acariciando el vientre del prqueño alfa en busca de disminuir su dolor.
–No lo sabemos, cada una de las pruebas que realizamos tenía un resultado diferente. Algunas tardaban una hora en hacer efecto, mientras que algunas... nunca lo hacían.
Respondió. Un omega que acaba de dar a luz y un bebé de apenas un año. ¿Como se supone que sobreviviran a un veneno cuyo antídoto no tiene resultados exactos?
–Jefe... el señor Lang.
Informó Magdalena. Escuchar ese nombre hizo mi sangre hervir. Aunque nada podía hacer. Con un largo suspiro salí de la habitación y agarre el teléfono.
–¿Te gusto mi regalo?
Pregunto con superioridad.
–Sí. De hecho, me gustó tanto que te enviaré uno de vuelta y créeme te encantará.
Amenacé. Su risa burlona al otro lado me estremeció por la furia. Esto no se quedará así.
–Lang Wo, recuerda bien mis palabras por que pronto yo me reiré igual que tú. – ordené – Nadie lastima a mi mar y vive para contarlo.
Hable metafóricamente.
–Eso ya lo veremos.
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Peligro Ruso
Romance¿Que hacer si te enamoras de un omega en un país extranjero? Para Aleksander Garryovich Lermontov, la respuesta era más que clara. Pero... ¿es la respuesta correcta. +18 Publicada: lunes, 12 de febrero de 2024 •Esta historia contiene partes que much...
