–Señor Lermontov, el señor Lang, lo está llamando y no luce muy contento.
Informó Magdalena acercándose. Al parecer ya se dio cuenta del caparazón que le vendimos.
–¿Quién es el señor Lang?
Pregunto Étienne que descansaba sobre mi pecho. ¿Cuando despertó?
–Un socio.
Respondí besando su frente para salir de la habitación. Su mirada curiosa nos siguió hasta la puerta y se perdió entre la madera.
–Buenas noches.
Saludé con seriedad. Que llamara en medio de la noche no era algo que me agradará. Aunque supongo que es a causa la diferencia de horarios.
–¡Tú maldito imbecil me vendiste una arma inservible! ¿Crees que no sé qué lo hiciste apropósito?
Tuve que alejar el teléfono de mi oreja por sus gritos. No puedo permitirme perder mi audición.
–Te dije que había un alto riesgo de fallo. Apesar de que te lo repetí varías veces lo aceptaste y firmaste el contrato.
Respondí con tranquilidad.
–No te preocupes hijo de puta. Escuche que tu omega te acaba de dar una niña, Natascha, ¿no?
Amenazó. Así que hay una rata en alguna parte del hospital.
–Sí, ¿me quieres enviar pañales?
Pregunte con burla. ¿Cree que me va a amenazar con mi hija?
–No te enviaré algo mejor bastardo.
Respondió furioso y colgó la llamada. Magdalena solo miraba con curiosidad.
–Llama a Caesar.
Ordené.
–Bueno... Caesar esta algo ocupado.
Murmuró.
–¿A que te refieres?
Pregunte enojado.
–El chico que llego ayer se lo llevo.
Respondió.
–Maldita seas Adrien– murmuré para mí – Está bien, ve a descansar yo me encargo.
Le ordené. Tras mirarme de arriba a abajo siguió mis palabras y se alejó entre el bien iluminado pasillo. Al verla alejarse entre a la habitación. El rostro calmado del omega resaltaba entre los detalles modernos de la habitación. Aunque apesar de tanta elegancia no puedo evitar desear regresar a a casa. Espero que mañana el papeleo sea rápido.
...
–Señor Lermontov, ya puede bajar a firmar los apoyarles del alta.
Informó la enfermera apartando el suero de la vena del omega. Tras esto sale para dejarnos solo entre las cuatro paredes de la habitación.
–Étienne, ¿estamos bien?
No pude evitar preguntarlo, al ver como guardaba sus cosas en el pequeño bulto sin siquiera mirarme. En respuesta sus lagrimas empezaron a fluir humedeciendo su ropa. Sus sollozos se hicieron audibles. Sin dudarlo me acerqué y pegue su cabeza a mi pecho.
–Te amo Aleksander.
Murmuró entre sollozos.
–Y yo a ti, mi mar
Levante su rostro con dulzura. Obligando a nuestros ojos a encontrarse. Apesar se las multitud de lagrimas que descansaba sobre los mismo, estos seguían brillando con esmero. Mientras, mis labios seductores se acercaban cada vez más a los suyos.
–Vamos.
Murmuré sobre sus labios. Si esto sigue así, no podré controlarme. Llevo meses sin poder siquiera tocarlo.
Con seriedad me levanto y la ver hacia abajo su rostro de claro color me rogaba ser llevado en brazos. Con ternura el omega levanta sus brazos a lo que yo correspondo y lo levanto. Sus piernas se aferran a mi cintura. Mientras que su rostro se esconde en mis hombros.
Me dirijo al ascensor con apuro y al llegar al lobby veo a la doctora allí.
–Me deberán firmar estas hojas. Esta es por la niña y esta por la madre.
Explicó señalando ambas. Me dedico a llenar las hojas de información sin ninguna expresión. A mi lado el omega busca como leer mi ruso perfecto. Aunque sigue sin lograrlo.
–Aquí y aquí va tu firma.
Hablé. El omega agarro el bolígrafo y firmo el papel en un movimiento rápido.
–Gracias – agarro los papeles – Iré a buscar a la niña.
Informó.
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Peligro Ruso
Romance¿Que hacer si te enamoras de un omega en un país extranjero? Para Aleksander Garryovich Lermontov, la respuesta era más que clara. Pero... ¿es la respuesta correcta. +18 Publicada: lunes, 12 de febrero de 2024 •Esta historia contiene partes que much...
