Беспокойство

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Dormir en aquella habitación me llenaba de pesar. El no tener a Étienne a mi lado me llenaba de tristeza y la preocupación por no poder proteger a mi hermano solo empeora todo. Conozco a Taras desde que eramos niños y se que jamás lo lastimaría. Pero también se que Lev se deja llevar muy fácil.

–Taras...

Saludé en cuanto la llamada fue respondida.

–¿Quién es?

Pregunto una voz externa que yo conocía muy bien. En estos momentos son las nueve de la noche.

–¿Qué haces en mi casa a esta hora?

Gruñi.

–Bueno... Lev y yo estamos viendo una película.

Respondió con nerviosismo. ¿Viendo una película? ¿Cree que me voy a creer esa mierda?

–Te lo digo desde ahora. Si me llego a enterar que le tocaste un solo pelo te voy a matar y sabes que no es estoy bromeando, Taras.

Amenacé.

–Tranquilo Aleksander, no lo pienso tocar hasta que termine sus estudios.

Respondió con una sonrisa.

–¿Es mi hermano?– pregunto lo obvio –Hola Alek.

Saludo.

–Hola Lev.

Devolví sonriendo. Su mirada llena de admiración ya no solo era para mi. Ahora ese pelirrojo la ha robado sin ningún tipo de vergüenza.

–¿Ese fue Étienne?

Pregunto el pelirrojo.

–¿Qué sucede?

Añadí con seriedad.

–Aleksander te llamo luego.

Dijo colgando la llamada. ¡Maldita sea!

–¡Caesar!

Exclame enojado saliendo de la habitación. Con fuerza abro la puerta de la habitación sorprendiendo al beta. Con ojos somnolientos me observa y con curiosidad se levanta.

–Llama a Alexia, que te informe la situación de la mansión.

Ordené enojado.

–¿No es fácil llamar a Etienne?

Pregunto para dar un leve bostezo.

–De él se trata todo esto. Estaba hablando con Taras y de repente se escucharon unos gritos.

Expliqué. El beta aún cansado agarro su teléfono. Ya su rostro no era tan despreocupado. Sus palabras tranquilas rápidamente cambiaron a preocupación para transformarse en emoción. Muchas emociones para una simple oración por parte de la mujer. Mi ansiedad me estaba consumiendo y las pocas palabras del beta no hacían más que aumentarla. Mi pie se empezó a mover solo temblando al ritmo de mis latidos. Como un ritual que carcomia mi alma sin posibilidad de escape.

–Está bien, saldremos para allá ahora mismo.

Hablo.

–¿Qué pasó?

Pregunte con nerviosismo.

–Étienne entro en labor de parto.

Respondió calmando mis nervios. Poco a poco estos se convirtieron en una gran alegría.

–Es muy temprano.

Murmuré analizando mas la situación. Los nueve meses no se habian cumplido. Faltaban dos meses para su nacimiento.

–Lo es, pero ahora eso no importa. Si no nos vamos ahora no llegaremos. Aunque sigue siendo prácticamente imposible.

Dijo agarrando algunas cosas rápidas. Seguí sus pasos y empaque mis objetos importantes.

–Raul, prepara un helicóptero,lo necesitamos urgentemente.

Habló Caesar atravez del teléfono.

–Señor presidente, no puede irse.

Habló Magdalena siendo seguida por el guardaespaldas. Seguramente quien le había informado.

–Mi omega va a dar a luz y tengo que irme ahora mismo si quiero llegar a tiempo.

Explique.

–En ese caso permitame acompañarlo.

Pidió subiendo al helicóptero. Caesar y yo nos miramos sorprendido, pero ya no había tiempo para discutir. Con una señal del beta el conductor comenzó a despegar el avión.

–Estoy muy ansiosa por conocer a su esposo.

Habló.

–Dudo que él sienta lo mismo.

Respondí con sinceridad.

–Es una pena.

Dijo con incomodidad. El viaje siguió en silencio aunque los nervios no tardaron en aparecer. Pronto el helicóptero se lleno del ruido de mis ansiosas pisadas. Mirar el reloj se había vuelto mi hobby favorito. Y con cada minuto mis latidos se aceleraban. El no poder llamar a casa me ponía nervioso. Aunque era la opción más rápida.



Peligro RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora