LV

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Ariana

Corro, corro hacia un destino incierto, el viento frío me castiga pero persisto, me convierto en un rompeolas surcando los latigazos de aire. No tengo la más mínima pizca de energía pero aún así corro. No me detengo a pensar en nada, no permito que mi cabeza realice conjeturas, solo sigo corriendo evitando transeúntes asustados, autos que quizás puedan atropellarme, soy una hoja en blanco volando en la absoluta nada.

Siento mi nombre pronunciado desde la boca de Jonathan pero hago caso omiso a esto, simplemente sigo corriendo.

Y es que él no tiene culpa alguna de nada de esto, él obviamente va a preferir a Camila antes que a mí, Camila es hermosa, yo no, Camila está completa, yo estoy rota, Camila es pura, yo impura, Camila está Limpia... y yo extremadamente manchada, infectada, fétida...

No, no puedo enojarme con él, él va a estar bien con ella, no puedo ser tan egoísta de negarle la felicidad plena si la tiene al alcance de sus manos. Además, es obvio que a Camila le gusta Jonathan, todos felices y yo infeliz, el ciclo se completa.

Porque yo no merezco felicidad, sino lo contrario, viviré en un profundo pozo abismal repleto de oscuridad, oscuridad densa y pesada, que me engulla por completo y desparrame los pedazos que quedan de mi efervesciendo en la nada.

—¡Ariana!

Tranquilo Jhoni, todo está bien, no pasa nada. El ciclo se completa, el círculo se cierra. Vas a ser luz y yo oscuridad, es mi destino, es hacia donde me dirijo, y claro que no voy a llevarte ahí.

—¡Ari! ¡Por favor!

Esto es lo que quiero Jhoni, no tenés que venir detrás de mí, no voy a resentirte por esto ¿Cómo podría? Me vuelvo nada, y la nada no tiene derechos, la nada no puede reclamar, no puede hacer escenas de celos.

—¡Ariana! ¡Esperá!

Amor mío, no seas tonto ¿no ves que intento protegerte? ¿No te das cuenta que quiero cuidarte de la bestia en la que me he convertido? ¿No comprendés que intento contener la explosión en mí? Explosión que te alcanzará y te destruirá desparramándote en pedazos, porque eso es lo que hago yo, yo destruyo.

Repentinamente, en mi carrera, noto un resplandor particular seguido de un sonido molesto en crescendo, al principio no entiendo que es, luego comprendo que se trata de un auto tocándome bocina. Me giro para mirarlo y por un momento imagino el hermoso final, doloroso pero hermoso.

Yo volviéndome una con el metal, las partes mecánicas fusionándose con mi carne. Mi sangre desparramándose en el asfalto, mis globos oculares derritiéndose en el fuego. Es increíble, es exactamente lo que anhelaba sin saber que lo anhelaba.

Cierro mis ojos aguardando el tan esperado impacto, y lo siento, siento ese empujón, ese choque... pero no el que esperaba. Es Jhoni, impulsándome hacia un costado y agarrándome con sus dos brazos como si fuera un costal de harina para luego llevarme a la vereda y alejarme del conductor furioso quien me insulta con la ventana baja mientras se pierde en la distancia.

—¿Estás loca? ¿Qué mierda te pasa? ¡Te podrías haber matado! —el me grita, y si la situación fuera otra comenzaría a llorar por el tono de su voz, sin embargo mis lagrimas se acumulan por razones muy diferentes.

El me observa, observa mi falta de respuesta, mi ausencia de reacción como y sé, que nota algo malo.

—Ari... —toma mi rostro con sus dos manos— Te amo, nunca te engañaría, nunca ¿lo entendés?

Comienzo a expulsar mis lágrimas, tanta presión en mi cabeza estalla y mi pecho se contrae por mi mal manejo de la respiración. Las lágrimas corretean sin ningún tipo de restricción por mis mejillas.

Dentro del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora