XL

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Jonathan

Ella no me abre la puerta y la entiendo. Ha decidido poner una barrera entre los dos y no hay nada que pueda hacer para romper esa barrera, al menos no por ahora. Es asi, cada persona es un mundo y aunque nuestros mundos estén sufriendo uno de los peores cataclismos que hemos experimentado, cada uno lidia con su propio caos cómo cree conveniente. Si es que alguna vez el hombre ha podido lidar con el caos y no a la inversa.

Magui ha elegido el aislamiento.  Me cerró la puerta y ahora puedo escuchar sus gimoteos en el colchón. Llamo su nombre, le suplico que me deje pasar pero lo único que recibo son rechazos.

—Jhoni.— me doy vuelta y veo a Chechu en el pasillo caminando hacia mi.—Dejala un rato, dale un poco de espacio.

—Me da un poco de miedo.— digo limpiando mi nariz con mí buzo.—No sé, que esté ahí sola justo en este momento.

—Tranquilo, solo necesita un rato. Más tarde yo voy a tratar de pasar. Te preparé un sándwich, por favor comé algo.

—Gracias Chechu.

Hago el esfuerzo, pero a la mitad del sándwich ya siento que es demasiado por hoy. No hay nada de malo en la paleta y queso y la mayonesa, pero siento como si mi estómago se hubiera achicado y mí garganta se haya cerrado un tanto.

Estoy en ese punto de debilidad, ese estado previo a una descompostura. Ese desfallecimiento que antecede a un desmayo. Me siento adormecido pero sin sueño, fatigado pero no por el cansancio que genera una actividad. Es todo tan raro.

La casa está tan vacía, literalmente hay gente pero el faltante es evidente. La ausencia es innegable, lo que se perdió no se puede reemplazar y eso hace que quiera descender a las profundidades. Allí donde solo me aguarda la locura, pero ¿cómo podría hacer eso? ¿cómo podría descender sabiendo que Magui puede verme y que todo podría ser peor para ella?

No, no puedo hacerlo, no puedo darme el lujo que que mi luto me vuelva loco, o me vuelva un ente depresivo cuyo único propósito es sobrevivir en vez de vivir. No lo haré, no voy a decepcionarte tío.

—Ahí viene Rocky, escucho ese caño de escape desde la distancia que sea.

Evidentemente Rocky estaciona en mi vereda.

—Permiso.— dice mientras abre la puerta.—Traje compañía.

Detrás de él, ingresa Camí aún con la misma ropa de la mañana y un tanto incómoda.

—Hola Jhoni.— se acerca a mi y me abraza mientras sigo sentado en la mesa.

No tengo ganas de levantarme por ahora, espero que lo entienda.

—Hola Cami.— a pesar de no levantarme recibo su abrazo de igual manera.

—Jhoni, no te preocupes por nada.— comenta Rocky mientras besa en la mejilla a Chechu y saca un pan de la panera en la mesada.—Ya está todo hecho, no hay nada más por pagar.

—¿Cuánto te salió todo?

—Hey, hey. Vos no te preocupes por eso. Los chicos del taller quisieron colaborar. No pagué todo yo así que no te hagas drama. Es un regalo simplemente.

—Gracias Rocky, enserio, fue un lindo gesto.

—Sos mi hermano y Alberto era casi un padre para mi, no tenes nada que agradecer. Voy a preparar unos mates ¿si?

—Dale, si por favor, necesito unos verdes.

Cami se sienta a mi lado luego de poner unas galletitas en el centro de la mesa.

Dentro del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora