XXXVI

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Jonathan

La tensión se respira en el aire. Lo viví miles de veces pero no me acostumbro. Ya lo he dicho anteriormente pero es que no puedo concebir está situación cómo normal pese a que la he vivido desde hace 8 años.

Mí corazón se acelera demasiado y la actitud de Rocky no ayuda mucho. Está mirando hacia la ventana viendo la ciudad pasar y su pierna se tambalea de un lado al otro haciendo evidente sus nervios. Y eso que el ha experimentado esto desde antes de que yo siquiera entrara a la secundaria.

—¿Hablaste con Mateo?— pregunto rompiendo el silencio humano ya que el estéreo nos regocija con Campanas en la noche de Los Tipitos.

—Le mandé un biper, seguro estará yendo para allá.— él se gira y comienza a mirarme.—¿En qué estás pensando?

—En que estoy cansado Rocky y sé que vos también lo estás.

—¿A qué te referis?— pregunta confundido.

—¡A esto! ¡A qué nuestras vidas peligren siempre! Y no puedo dejar de pensar en que todo empeoró el día que dejaste a Mateo entrar al negocio.

—¡Otra vez con lo mismo!— levanta las manos en el aire y mira el techo del auto con fatiga.—¿Cuántas veces más vamos a tener esta discusión?

—¡Las veces que sean necesarias! ¿Enserio me decís que no te parece un poco extraño todo lo que rodea a ese pendejo?

—Durante seis meses ese "pendejo" cuidó muy bien de nosotros. Nos dio más trabajo del que podríamos haber agarrado solos, nos dio armas, nos dio los contactos y nos ofreció su protección ¡¿Cuánto más tiene que hacer para ganarse tu confianza?!— se pone a mirar hacia adelante con frustración y se hecha sobre la butaca cuál niño enfadado.—Sos el mejor conductor que existe Jhoni... pero ya me estoy cansando de vos.

Llegamos al taller de Rocky y hay varios autos de nuestros compañeros allí. Ingresamos al taller y ahí vemos un rejunte de lo peor de está ciudad, vándalos, ladrones, estafadores, muchos ex convictos, y la mayoría son buenos amigos. Si, asi de turbia es mí vida.

—Bueno, que alguien me explique que está pasando.— exclama Rocky gritando mientras todos notan nuestra presencia.

—Que te lo expliquen en primera persona.— dice Enrique apareciendo entre el gentío.—Juan está arriba, en tu "oficina", si es que ese chiquero puede llamarse así.

—¿Y Fabio?— pregunto notando su ausencia en la oración.

—Juan les va a explicar todo, no quiere hablar con nadie si no es con ustedes dos.

—Ok Jhoni, subamos.— ordena Rocky y me uno a él en la escalera.

Llegamos a su oficina, realmente coincido con Enrique, no es una oficina, solo es un pequeño cuarto tan viejo cómo el mismo taller dónde Rocky duerme cuando él y Chechu pelean.

Juan se encuentra sentado en en sillón/cama de Rocky, mira hacia el suelo, se lo ve nervioso y asustado, sus ojos están húmedos y sus manos se encuentran en una mordaza nerviosa y juguetona.

—Juancho ¿cómo estás?— pregunto apenas llegamos mientras acercamos dos sillas frente a él.

—Hola Jhoni, hola Rocky.— saluda tímido cómo si recién nos conociera sin embargo crecí junto a él, juntos jugábamos a la pelota en el potrero del barrio antes de meternos en esta mierda.

—Juancito, sé que no es un buen momento pero queremos saber que pasó.

—Él nos encontró en plena entrega, ni siquiera nos permitió terminar la transacción.— suena más nervioso de lo que se ve, sus cuerdas vocales tambalean como una melodía que se vuelve afónica progresivamente.—Apareció en un Impala verde oscuro, muy rápido, bajó del auto y comenzó a disparar al aire.

Dentro del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora