LIV

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Jonathan

La incertidumbre se respira, lo inconcebible de la situación me sobrepasa. Mi vida se desborda de momento donde desearía haber vivido otra vida, haber nacido en otra familia y que mi mundo se complemente otro tipo de conflictos. Que mis problemas sean, quejarme con mis padres porque no me compran la ropa que quiero, pelearme con mi hermana porque quiero mirar la televisión en el mismo horario en que ella quiere mirar dibujos animados... Dios... simplemente quiere vivir en una burbuja en la que esté completamente ajeno a todo esto.

Mis ojos me arden de tanto cansancio, ya me cuesta recordar cuando fue la última noche en la que pude dormir aunque sea solo cinco horas seguidas. Pero la adrenalina me tiene despierto, alerta ante el alarmante escenario que se me presenta. Solo quiero lo mejor para los que quiero, pero siento que me quedo sin fuerzas y no sé cuanto voy a durar, cuanto voy a poder protegerlos a todos... ¿Podré protegerlos a todos?

—¡Respondan! ¿Por qué mierda no la dejan en paz? —el quebrado grito de Cristian me hace volver a tierra.

Intento bajar a la tierra y me asomo por el muro en el que me estoy protegiendo y vuelvo a analizar la situación y la conclusión es muy predecible. Cristian tiene todas las de perder, son cinco sectarios contra un adolescente que todavía no termina la escuela, las cuentas se hacen solas.

Quiero intervenir pero simplemente no quiero que esto acabe en un baño de sangre. Pero cuando veo que los sectarios comienzan a acercarse más y a sacar los seguros de sus armas, tomo la decisión de intervenir para detener esto cuanto antes, las opciones son extremadamente escasas asique salgo de mi cobertura y comienzo a acercarme rápidamente con tanto miedo como nervios carcomiéndome

—¡Basta! ¡Paren esto! ¡Basta! —grito alzando mis manos y dejándome ver agradecido de que nadie apretó el gatillo.

—¿Jhoni? —Cristian se asombra por mi presencia.

—Escuchen, nada malo tiene que pasar acá, voy a hablar con mi amigo acá, por favor denme un minuto —ellos no contestan, solo siguen apuntando sus armas y su falta de reacción y extrema calma me desconciertan.

—¿Qué hacés acá? ¿Cómo sabías que estaba acá? —pregunta desesperado, está sudando y temblando de nervios, jamás lo había visto así.

—Cami, ella me contó todo, ella está muy preocupada por vos Cristian.

—¿Camila? ¿"muy preocupada"? ¿Pero qué decís? ¿Pensas que soy estúpido? ¡A Camila no le importa nadie!

Me acerco un poco más y más agresivamente.

—¡No seas imbécil! ¿No te das cuenta que esto es una estupidez y que solo vas a empeorar todo?

—¿Perdón? ¿Vos me vas a sermonear a mí? ¿Vos justamente?

—Ya sé que no soy el mejor ejemplo Cris, pero tampoco me entrego a una muerte segura. Ahora, por favor, bajá el arma ¿ok?

—Si ella te contó todo ¿entonces te contó que estos hijos de puta la están siguiendo y que quieren hacerla volver a esta estúpida secta?

—Esta no es la forma, por favor, bajá el arma.

Él no responde, solo mira fijo a los sectarios, mientras yo les doy la espalda y lo enfrento. Su silencio me inquieta, preferiría que me grite a que no me responda.

—Cristian...

—¿Y si esta es la única forma? —pregunta con cierto desconsuelo.

—¿De qué hablás?

—¿Y si esta es la única forma de que la dejen en paz?

Me doy vuelta para mirar a los sectarios. Ellos solo están ahí, totalmente quietos, totalmente inmutables, como si esto no les afectara, ni tampoco el tiempo que están perdiendo esperando que Cristian se decida, es como si su tolerancia fuera extremadamente alta por una razón que desconozco. Pero, no voy a dormirme en los laureles, no voy a dar nada por sentado, debo ser más determinado con Cristian antes de que algo que puede afectar a mucha gente suceda.

Dentro del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora