Ariana
Corro hacia el centro comercial antes de que me vuelva loca en la calle, me meto adentro y enseguida diviso un flujo de personas saliendo de la escalera que lleva al primer piso, voy por la escalera y subo hasta un poco más allá de él primer puesto de bijiuterie que encuentro. Luego, me acerco a la baranda y comienzo a mirar tanto a los que entran cómo a los que sale del centro comercial, poniendo especial énfasis en las personas que entran pero... ¿que es realmente lo que estoy buscando? ¿cómo lucirá mí perseguidor o perseguidores? ¿lucirán normal con tal de mezclarse con el gentío para que no los reconozca? ¿o será evidente que son mafiosos de negro y pantalones de cuero buscando una presa para devorar?... ¿realmente había alguien persiguiendome o solamente fueron ilusiones de mí mente tendiendome una trampa?
Ya llevo más de diez minutos esperando en la baranda mirando hacia el río de transeúntes, ya estoy más calmada, creo que puedo irme tranquila, por si las dudas usaré la otra entrada, solo para ser precavidos, cómo dice papá "mejor prevenir que lamentar".
Me pongo en pie y comienzo a caminar pero creo que los nervios me jugaron una mala pasada porque enseguida choco con la espalda de alguien y en el rebote mi bandeja de cae, me agacho a juntarla pero la persona a la que acabo de chocar lo hace antes que yo.
—Tomá.— dice el rubio de pelo largo extendiendome la bandeja con una media sonrisa.—Esos panqueques seguro estaban deliciosos.
—Muchas gracias, disculpá por el choque, venía distraída.
—No pasa nada, tú cara se me hace muy familiar ¿no te conozco?
—Emm, creo que no.
—¿Vos no salías con Jonathan?— pregunta frunciendo el ceño.
Y la aparente fortaleza que demostraba acaba de desmoronarse, cómo un muro maltrecho por años de ataque. La sola mención de su nombre me produce un efecto tan raro cómo devastador, por un lado siento debilidad cómo si su nombre fuera una especie de conjuro mágico para desarmar mis fuerzas y por otro mí corazón late sin parar y tan fuerte cómo nunca antes lo había hecho. Si esto me pasa solo con que alguien diga en voz alta su nombre, no me imagino lo que me irá a pasar cuando lo tenga en frente si es que alguna vez lo tengo en frente.
—¿Vos sos...?— pregunto nerviosa.
—Rodrigo, pero decime Rocky. Mucho gusto. Vos sos Adriana ¿no?
—Cerca, Ariana.
—Cierto, perdón, te vi un día afuera de mí casa con Jhoni, fue hace mucho tiempo, pero estás muy diferente.
—Eee, si, bajé un poco de peso y me planché el pelo.— lo digo casi con orgullo, debo dejar de hacerlo.
—Claro, claro, es eso. Mirá, no quiero parecer entrometido pero nunca vi tan felíz a Jhoni cómo cuando estaba con vos, enserio, no sé qué fue lo que pasó entre ustedes pero quería pedirte que cuando puedas te hagas un tiempo para él, te necesita mucho en este momento.
La urgencia se acentúa en la última frase de Rocky. ¿Jonathan me necesita? ¿por qué me necesitaría?... ¿pasó algo?
—¿Él está bien?
—Es su tío, está muy enfermo y le está costando hacer ciertas cosas en la casa.
Me acuerdo del tío de Jhoni, un hombre anciano pero muy bueno y simpático. Pero sobre todo recuerdo que ese hombre es todo para Jhoni y su hermana.
—¿Que tiene?
—No recuerdo muy bien, creo que era un problema en los pulmones.
—¿Es grave?
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Dentro del Fuego
Roman d'amourAño 2002. Argentina sigue sufriendo las consecuencias de la crisis económica. Ariana es una joven de familia y amigos, es amable y cariñosa y se encuentra cursando su último año escolar, pero nadie sabe (ni siquiera ella misma) que esconde un secret...