XXII

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Jonathan

¿Le pasa algo al reloj? ¿se descompuso? ¿o habrá una especie de falla de tiempo/espacio que hace que la locomoción de las agujas tarden tantísimo en avanzar?... ¿soy yo el problema?

No tengo las respuestas para las preguntas anteriores, lo que si tengo bien en claro es una sola cosa... cometí un grave, grave error.

¡Que imbécil fui! No tendría que haberla dejado irse. Hubiera reafirmado mi teoría de que era una equivocación dejarla ir, me hubiera puesto firme y tomaría las llaves por mi mismo.

¿que importa que esté herido? ¿que importa que me duela todo? ¿acaso es eso más importante que la seguridad de Ariana?

Si pudiera volver el tiempo atrás cambiaría las cosas. Y aunque me duela la panza y el brazo por cada mínimo movimiento que hago, no volvería a arriesgar la vida de Ariana. Aunque eso suponga la muerte de Rocky... ahora me siento cruel.

—¿Te podés calmar Jonathan?—la voz de mi tío rompe con el tsunami mental que me atormenta.

—No puedo creer que la dejé ir.—mi mano revolea mi pelo sin dirección alguna.

—No había otra opción. No había forma de llegar a tiempo, lo sabés.

—¿Y si la marcan?

—No la van a marcar.

—Si queda involucrada en esto no sé que voy a hacer.

No me doy cuenta que estoy gritando hasta que lo veo agarrarme de los hombros.

—¡Basta Jhoni! ¡Tranquilizáte!—me grita en susurros.—¿Querés que tu hermana se despierte asustada?

—No.—respondo lo obvio, claro que no quiero asustarla. Si hay algo que no quiero en este mundo es sumarle otra preocupación a esa niña.

—Ok, entoces tranquilicemonos y...—su oración es interrumpida por el glorioso sonido de la puerta abriendose.

Son ellas, Ariana y Chechu. Están transpiradas y sucias. Sus manos están negras y algunos manchones azabaches cruzan por sus rostros.

Corro lo más rápido que puedo hacia ella, ignorando el pandemonio de dolores que siento en este momento.

Me acerco y tomo sus manos, sus manos que siempre son suaves pero ahora muestran los vestigios de un entierro duro.

Tengo que pedirle que me mire y cuando lo hace esperaba ver cansancio pero en vez de eso veo incomodidad, preocupación, perturbación. Es raro, pensé que iba a estar agotada sin embargo está asustada.

—¿Que pasó? ¿Todo bien en el entierro?

—Todo bien.—responde Chechu y Ariana no da señas de vida.—Costó pero lo logramos. ¿Que hay que hacer ahora?

—Voy a hacer unas llamadas para ver si alguien sabe algo. Pero por ahora solo resta esperar.—responde mi tío.

Ellos continuan hablando. Ariana y yo nos miramos. Hay algo raro en ella hoy, algo pasó allá, algo que no me están diciendo.

—Ariana ¿que pasó alla?—pregunto poniendo un mechón enrulado detrás de su oreja.

—Nada.—intenta sonreir con todas  sus fuerzas.—Lo hicimos Jhoni, ahora podemos ayudar a Rocky.

Sus ojeras son enormes, hay tierra en su frente, la luz del velador se refleja en el sudor de su pómulo. Está exhausta.

—Ari. Te voy a llevar a casa.

Después de mucho insistir y discutir, tanto con mi tío cómo con Ariana, pude convencerlos de que me dejaran llevarla a casa. Sé que tengo dolores pero es lo menos que puedo hacer por ella.

Dentro del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora