LVI

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Jonathan

El café se asienta sobre la taza de cerámico, la misma taza que usó Camila hace un par de horas atrás. No tiene sentido lo surreal que ha sido mi vida estos últimos días, simplemente nada tiene sentido.

Estoy consciente de que nunca fui alguien normal, mi vida no se midió con la misma vara que el resto de los niños con los que crecí, pero es que estos días han sido demasiado.

Pero no puedo hacerlo, no puedo sentirme mal, no puedo ceder al agotamiento, no puedo caer en la depresión, Ariana es más importante, algo le pasa, algo serio, algo que la está consumiendo, por ende debo concentrarme y estar ahí para ella, que vea que la amo tanto que no me importa nada más, que debo menguar para que ella crezca, hacerme pequeño para que ella pueda hacerse grande.

Me acerco a ella con el café en la mano, la veo en el mismo lugar donde la dejé, mirando a la absoluta nada, perdida en sus pensamientos, con un dolor innegable reflejado en la hinchazón de sus mejillas y en la humedad de sus ojos.

—Mi reina, te taje una taza de café caliente —le muestro una media sonrisa pero ella no responde, solo agarra la taza del café.

Tomo el sillón que hay a su lado y lo acerco. Tomo un respiro y hablo.

—Ari, no sé qué pasa por tu cabeza ahora, pero si es que te queda alguna duda, te lo vuelvo a repetir, no pasó nada con Camila. Ella me pidió ayuda con Cristian, aparentemente Cami siguió yendo a lo de los sectarios sexuales estos con mascaras de animales que vimos hace varios meses. Cristian fue a hacerse el hombre y yo fui a impedir que le peguen un tiro, todo salió bien, nadie salió herido.

Ella no responde, solo sigue ahí... inerte, con la mirada total y completamente muerta. En mi interior hay una desesperación creciente, una impotencia amenazante, y no quiero sentirme así, pero debo controlarme para intentar llegar a ella.

—¿Qué pasa? ¿No me creés? —pregunto pero ella sigue sin responder—. Sé lo que debió parecer cuando entraste y ella estaba semi desnuda y en toalla pero no Ari, no pasó nada. Yo no te haría algo así, no a vos, no con todo lo que pasamos.

Su silencio es aterrador, pero lo que más me aterra es lo inmutable de sus expresiones faciales, es como si no sintiera absolutamente nada, no está enojada, pero al mismo tiempo no está triste ni empatizando con la situación... esto es lo más extraño que me ha pasado nunca, y eso ya es decir.

—¿Ari...?

—Jhoni... —su intervención me alerta, abro mis ojos bien grandes y me acerco un poco más arrodillándome a su lado.

—Sí, sí Ari ¿Qué pasó?

—Ya sé que no me engañaste con Camila, por favor no sigas hablando del tema —su tonalidad tan fría provoca que me recorra un escalofrío por toda la espalda.

—No, no amor, no voy a seguir hablando del tema, lo prometo —tomo su mano y la beso— Solo estoy muy feliz de que me creas.

Ella rápidamente rompe nuestro agarre y retrae su mano con cierta aversión. Y ese rechazo me confunde. Ella me cree, sabe que no la engañé pero igualmente siente rechazo por mí ¿por qué? ¿Qué es lo que hice? ¿Cómo puedo arreglarlo?

—Amor... escuchame... yo quiero...

—Tenemos que hablar... —ella me interrumpe una vez más con su tono frío y carente de cualquier tipo de emoción.

Y aunque la frase "tenemos que hablar" casi hace que me dé un ataque de pánico, decido seguir adelante con esto, que entienda que estoy acá para ella, que si nos vamos a romper, nos romperemos juntos.

Dentro del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora