XXXII

30 5 2
                                    

Jonathan

Que raro es ver siempre de una forma a una persona y luego de un instante trágico observar el otro lado del extremo. Por lo general mí tío es inquieto y risueño, ácido e irónico, sabio y bruto, pero por sobre todo es un hombre con un ánimo inquebrantable.

Pero ahora, lo veo postrado en una cama con una manguera en sus cavidades nasales, inconsciente desde hace varios minutos y sin haber dado más señal de vida que una simple y entrecortada respiración. Y esa respiración fluye por su boca acompañada de un poco audible bramido semi gutural que denota la falla de su sistema respiratorio.

Acorde al doctor, sus pulmones se encuentran comprometidos por cuarenta años de cigarrillos y mal acompañamiento de medicinas recetadas (y no recetadas) las cuales mí tío nunca les brindó la atención necesaria. Y eso no es lo peor, posiblemente su pulmón continúe en declive generando una obstrucción en las arterias que bombean el aire necesario al sistema respiratorio.

Yo estoy sentado a su lado y lo observo deseando que por favor se pueda levantar, deseando que estos últimos años se puedan borrar y de alguna manera puedan volverse a escribir pero esta vez yo seré determinante con él, lo obligaría a dejar de fumar y de drogarse y le aconsejaría hasta el hartazgo que tome su medicamento.

Quien tuviera el poder de manipular el tiempo ¿no?

—Tranquilo tío.— digo tomando su mano.—Todo va a salir bien.

La puerta suena y alguien entra.

—Hola Chechu.—saludo sin levantarme y ella se acerca a besar mí mejilla.

—Hola Jhoni.— luego se acerca a mí tío y lo besa en la frente.—Hola viejito mañoso, tenés que salir de acá para que puedas hacerme el asado al palo que tanto me prometiste.

—¿Y Magui?— pregunto mientras ella se sienta a mi lado.

—Está afuera. Tu amiga hizo un buen trabajo al llamarme.

—¿Está tranquila? Magui.

—Si, preocupada pero ya no llorando. Ella es fuerte. Hace fuerza para no llorar, me hace acordar a Emi.

—¿Y Rocky?

—Fue a comprarle algo a tu hermana. Dijo que te va a traer algo para vos también.

—No tengo mucha hambre. Quizás más tarde.

—Andá a tomar un poco de aire y a ver a tu hermana. Les va a hacer bien.

La verdad estoy cansado y preocupado. Pero, a pesar de que no quiero moverme del lado de mí tío, es verdad que Magui me necesita. Y es verdad que necesito respirar otro aire que no sea el de este pequeño cuarto.

—Ok, gracias Chechu. Enserio, gracias por estar acá.

—No seas boludo, ustedes son mí familia. Andá tranquilo yo me quedo acá y cualquier cosa te aviso.

—Dale, gracias, ya vengo.

Abro la puerta para salir y por el frente del pasillo externo veo a Magui sentada al lado de Camila. Cuando me ven, ambas se ponen de pie y Magui corre hacia mí. Y luego choca contra mi cuerpo en un abrazo fuerte.

—¿Cómo está mi tío?— pregunta preocupada.

—Está descansando Magui. Sólo eso. Necesita descansar con el medicamento que le dieron y van a ver cómo evoluciona durante la noche.

—¿Que quiere decir evoluciona?

—Para ver cómo va mejorando.

En ese momento, Camí se acerca cruzada de brazos.

Dentro del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora