LXII

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Jonathan

Mientras conduzco, y escucho los planteos histéricos y desesperados de Chechu, voy haciendo mis propios planes internos. A la vez que decidiendo si le voy a contar o no. No sé si es lo correcto teniendo en cuenta su estado actual.

La miro de reojo, mientras habla y habla y habla sobre como rescatar a Rocky, acompaña sus palabras con sus manos gestualizando todo de manera frenética e incoherente. Planea un súper escape y luego se arrepiente al darse cuenta de las inconsistencias del mismo. Vuelve a plantear una segunda posibilidad, a modo de alternativa pero se queda corta de palabras al no encontrar el modo de encarar el golpe.

—Chechu... —la interrumpo finalmente.

—¡Dios! ¿Tanto te costaba hablar? ¡No podías simplemente decirme si está bien o mal lo que estoy planeando? ¡Me estoy volviendo loca! —exclama reafirmando la desesperación denotada en sus ojos rojizos y cansados.

—Perdón, estaba un poco distraído, no quise hacerte enojar.

—No estoy enojada Jhoni —reniega echándose hacia atrás en su butaca para luego largar un largo resoplido.

Se instala un silencio tenso entre los dos. No me molesta, ni tampoco me incomoda que se ponga así, mi cabeza está demasiado fragmentada en miles de posibilidades que pueden producirse hoy dependiendo de cómo haga mis jugadas, y que piezas del tablero se muevan.

—¿Estás nerviosa? —pregunto y un segundo después me doy cuenta de que quizás estoy preguntando lo obvio.

—No Jhoni, no estoy nerviosa... estoy aterrada ¿vos no lo estás? —me mira y noto la fuerza que está haciendo para no llorar.

—Tengo miedo, si, pero este tipo de situaciones son lamentablemente muy comunes para mí.

—¿Estás siendo sincero? ¿O solo estás tratando de ayudarme a sentir mejor?

—Claro que estoy siendo sincero, Chechu.

—¿De verdad no entendés nada de lo que está pasando?

—¿De qué hablás?

—¿No sentís como si todo... estuviera terminando?

—Terminando.

—Sí, nuestro estilo de vida, las personas que nos rodeaban, los amigos con los que tomábamos cervezas en la esquina, las noches de incertidumbre donde ustedes dos trabajaban sin parar... ¿No te das cuenta que todo se acabó?

—Chechu...

—Si recuperamos a Rocky y salimos vivos del proceso...

—"Cuando" recuperemos a Rocky. ¡Y obvio que vamos a salir vivos del proceso!

—¿No has pensado que hacer con Magui? ¿Vas a hacer lo que tu tío y Emiliano planearon para ella?

Estaba ya nervioso, sin embargo, con toda esta catarsis, los nervios son el último de los problemas. Ahora siento lo mismo que ella... definitivamente estoy aterrado. Pero no puedo sucumbir ante el miedo, debo permanecer con la cabeza fría para poder hacer esto correctamente.

—Eso lo vamos a ver después, ahora concentrémonos en sacar a tu novio de la cárcel.

[...]

Minutos más tarde encontramos la casa segura a la que me refería. Una casa con una misma cerradura y decenas de llaves. Repartidas hace como un año por Enrique y Rocky.

—¿Crees que alguno de los chicos habrá venido antes que nosotros? —pregunta Chechu con curiosidad mientras miramos la casa y el viento azota el auto.

Dentro del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora