XXVIII

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Jonathan

Uno no se acostumbra a esto, a la adrenalina. Antes me asustaba y no sabía cómo manejarla. De hecho pensé que nunca podría controlarla, y así fue, nunca la controlé.

¿Que si pensaba que esta iba a ser mi vida cuando tenía seis u ocho años? No, para nada. Quería correr en el TC. Hoy debo correr en un auto pero no es lo mismo, para nada. En un circuito corrés para ganar, acá se corre para vivir.

—¿En qué pensás amigo?— pregunta Rocky mientras se saca la máscara y se desabrocha el chaleco antibalas. Cortesía de la despilfarración de dinero de Mateo.— Te veo más serio que de costumbre y eso es grave.

¿Enserio es raro? ¿enserio no se da cuenta que no estoy para nada cómodo con todo esto? ¿Tan difícil de descifrar soy?

—Vos sabés que después de cada experiencia cercana a la muerte que tenemos me pongo serio.

—¿No te ponés contento por sobrevivir?

—No me pongo contento por casi morir.

—Siempre el vaso medio vacío vos.

Paso a dejar a Rocky a su casa y dejo el auto en el taller. En el patio me encuentro con Fidel quien tiene un ojo blanco. La impresión me hace acercarme a él y tomarlo por el hocico.

—¿Que pasó amiguito? ¿Porqué estás así?

Ya sé que los perros no responden. No le hablo para que me responda, le hablo porque me hace sentir mejor conmigo.

¿Porqué se supone que está así? ¿Se está quedando ciego? ¿Es por su avanzada edad?

Siento mucha pena por él. Quisiera hacer más.

Vuelvo a mi casa sintiendo los pelos de punta. Todavía no me acostumbro a esta nueva modalidad de trabajo.

Antes nos entregaban la droga y nos ibamos a dejarla a su respectivo destinatario, punto, nada más. Ahora, con la guerra del contrabando en pleno apogeo, debo bajar con un rifle cada vez que vamos a un lugar porque seguramente el lado contrario nos puede estar esperando para una emboscada.

Nada de esto me gusta. Al contrario de Rocky, a quien cada vez le gusta más su trabajo.

Cuando estoy cerca de casa veo una figura en la vereda de mi patio frontal. Es una chica sin lugar a dudas, está sentada y parece estar esperando. Cuando me acerco más me doy cuenta quien es.

—¿Camila?— pronuncio su nombre al acercarme bajando la ventanilla del Duna. Ella levanta su cabeza y su rostro se fija en el mío.

—Hola Jhoni.— dice gesticulando una pequeña sonrisa.

Su rostro denota su estado actual. Se la ve triste, completamente. Me mira desconsolada como ansiando una escapatoria al infierno que la atormenta.

—¿Querés tomar algo?

Me costó preguntarle eso porque mi cuerpo necesita urgentemente una cama y a mis ojos les urgen una gran siesta. Pero no podía simplemente dejarla ahí. ¿Que clase de amigo sería?

Ahora nos encontramos sentados en la barra de "Fulanos Pub". Un bar al que de vez en cuando venimos con Rocky.

Es un lugar tranquilo y me gusta mucho. No hay tantas peleas ni quilombos de borrachos. Y suena mucho Rock, eso es todo lo que necesita un lugar para que me guste mucho.

Cami apoya su mano cerrada en su mejilla y su pómulo llega a cerrarle el ojo derecho. Su boca está un poco entre abierta y su mirada está completamente pérdida.

Dentro del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora