LVIII

23 2 0
                                    

Jonathan

—Ok... eso fue raro... —comenta Rocky al pasar a mi casa.

Se refiere exactamente al momento en el que se cruzó al padre de Ariana y este, evidentemente, se le quedó mirando con una rara expresión.

—Fue como si te hubiera reconocido de algún lado —digo cerrando la puerta de mi casa al hacerlos pasar.

—Imposible ¿verdad? —pregunta Chechu frunciendo un poco el ceño.

Rocky comienza a caminar de manera irregular alrededor de mi mesa y luego, se detiene en seco, como dándose cuenta de algo.

—No, no puede ser... —exclama repentinamente.

—¿Qué Rocky? ¿Qué no puede ser? —pregunto con curiosidad.

—Nada, es que me estoy acordando de algo y... no, no puede ser... —se lleva una mano a su cabellera acomodándola por detrás de su rostro.

—Rodrigo me estás asustando ¿podes hablar con claridad de una vez por todas? —Chechu suena nerviosa.

—No se preocupen, es que me estoy acordando de una ronda de conocimiento de cuando nos agarró la policía, fue poco antes de la muerte de Emi, nos llevaron por sospecha de robo, de un auto, un auto al que no nos habíamos acercado.

—¿O sea que no tenían nada que ver? —pregunto intentando recordar si alguna vez Emi me contó sobre una ronda de reconocimiento con la policía.

—No, ni de cerca, lo cual a los dos nos pareció algo raro, fue como si nos hubieran llamado por otra cosa, algo por lo cual nunca se nos dio explicación alguna, éramos como cinco o seis.

Me siento en el sillón mientras lo escucho hablar e intento hacer cálculos a ver si por algún motivo recuerdo una conversación con Emi que me lleve a buen puerto pero simplemente nada se me ocurre.

—A ver, tranquilicémonos, no necesariamente te reconoció amor, quizás sí le pareciste familiar y por eso te quedó mirando pero no saquemos conjeturas que nos vuelvan locos —Chechu parece la más calmada de los dos.

—Si Jhoni, debe ser eso nada más, no nos preocupemos.

Me paso una mano por la cara y me la refriego un poco. Noto que los dos se me quedan mirando fijo.

—¿Qué pasa? ¿Está todo bien? —pregunto extrañado por sus miradas.

Chechu se me acerca y pone su mano fría en mi frente.

—No parece que tuvieras fiebre —concluye y me saca la mano de la frente.

—¿Estás bien hermanito? —pregunta Rocky.

Me pongo a pensar en esa pregunta y la analizo con cuidado dentro de mí. Me tomo un segundo para respirar antes de contestar. Pero parece que el segundo se alarga y las palabras no parecen salir.

—Jhoni ¿todo en orden? —pregunta Chechu con cierta preocupación— ¿Hace cuanto no dormís?

Pienso en las horas, los hechos, las palabras, los acontecimientos inesperados, las personas que entran y se van... intento contenerme para no divagar tanto pero el sueño me está ahogando.

—Creo que... casi cuatro días... —no sé si es por decirlo en voz alta pero el haberlo confesado parece que me hizo peor.

Los parpados me pesan tanto que creo que arrastrarían mi cabeza y hasta mi cuerpo entero al frío suelo. Quizás sea lo mejor, quizás pueda descansar al fin.

—¡Jhoni! —exclama Rocky desconcertado ante mi respuesta— ¿Estás loco? ¿Qué hacés que no estás en la cama?

—Es que, no sé, siempre pasa algo, siempre hay algo que hacer, alguien a quien ayudar, no sé, además...

Dentro del FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora