Capítulo 36
Red
Desespero.
Ambos bandos enfrentándose, Federico se interpuso y metió a Alessandro en la camioneta contra su voluntad, y aceleraron a todo velocidad.
Nunca pensé que el mundo podía desmoronarse en un instante, pero allí estaba, frente a mí, la evidencia brutal de que todo lo que conoces puede convertirse en cenizas en un abrir y cerrar de ojos. Athenea yacía en el suelo, con el rostro cubierto de sangre, y las imágenes se agolpaban en mi mente a una velocidad vertiginosa. Alessandro apuntaba hacia mí, el cañón de su arma parecía una sentencia, pero Athenea… ella saltó sin titubear, interponiéndose, recibiendo el impacto que iba dirigido a mí.
Cayó, salvándome una vez más. Sus palabras susurradas en el galpón resonaban como un eco cruel en mi cabeza: “Siempre lo haré”.
Ella siempre me salvaría. Y sin saberlo lo hizo más de una vez.
Corrí hacia ella con todos los músculos tensados por el pánico, mis pisadas resonaban en el cemento hasta que me deslicé junto a su cuerpo, frenando bruscamente y anclándome al suelo. El aire se volvía denso, pesado, luchaba por llenar mis pulmones mientras la rodeaba con mis brazos.
──¿Nena? ¿Nena?──murmuré, la voz quebrada por el miedo. Le quite el chaleco con la fe de que la bala haya impactado en este pero no, no había signo de ellos.
La estreché contra mí, rugiendo de angustia, mientras la ciudad se transformaba en un caos a nuestro alrededor. Disparos, sirenas de policía, helicópteros sobrevolando como aves. Era como si el universo entero se estuviera cayendo a pedazos.
Con manos temblorosas, aparté su cabello del rostro para buscar la herida, desesperado por encontrar una solución, un milagro. Sabía que el tiempo se escurría como arena entre los dedos.
Tony apareció corriendo, pero se detuvo al ver a Athenea, su rostro cambiando a una máscara de horror.
──El maldito helicóptero ──gruñí──, secuestra el maldito helicóptero…
La levanté en mis brazos con una facilidad nacida del pánico, casi como si fuera más ligera que una pluma. Mi grito resonó con una furia incontrolable.
──¡Busquen a Alessandro, lo quiero vivo!
Ordené al equipo, mi voz cortando el bullicio como una cuchilla. Mi único pensamiento era salvarla, la necesidad de no perderla quemándome desde dentro. La guerra seguía afuera, pero mi batalla más grande era mantenerla conmigo, a mi lado, viva.
La escena alrededor de nosotros era un caos absoluto, pero para mí, sólo había una cosa que importaba: Athenea. Con ella en mis brazos, avanzaba con determinación, el peso de su cuerpo apenas perceptible por la oleada de adrenalina que me impulsaba.
El equipo entendió la urgencia sin necesidad de palabras. Se dividieron, algunos persiguiendo la camioneta en la que había escapado Alessandro, mientras Tony lideraba la formación que me abría camino. Los disparos resonaban, y los cuerpos caían, pero nada podía detenerme. El helicóptero de la estación de noticias estaba en un helipuerto a dos edificios, buscando captar cada segundo del infierno que habíamos causado.
Subimos las escaleras con prisa, Athenea permanecía inerte en mis brazos, no había nada en ella que me llenará un poco de esperanzas pero aún las mantenía, así tuviera que morir en el intento.
──¡Vamos, vamos! ──gritaba Tony, su voz encarnando la violencia y la determinación de nuestra misión.
Las balas llovían a nuestro paso, y Tony no se detuvo al ver al camarógrafo apuntando su lente hacia nosotros. Le disparó sin vacilar, el hombre cayó, arrastrando consigo la cámara, y por un segundo, me parecía que la realidad se distorsionaba bajo la presión inmensa del momento.
Apreté más fuerte a Athenea contra mi pecho. Tenía que encontrar la manera de salvarla. El helicóptero de la estación de noticias nos esperaba.
──¡Tony, el helicóptero! ──mi voz era un rugido lleno de desespero. ──¡Abran paso! ──ordené, mi voz áspera y dura.
Llegamos al helicóptero, cada miembro del equipo combatiendo con la fiereza de leones, los disparos y gritos fusionándose en el caos.
Subí rápidamente, colocándola con cuidado en el asiento, mi mano nunca dejando de tocarla.
──¡Vas a llevarnos al hospital más cercano, o te mato! ──gruñí al piloto, mis ojos ardiendo con una promesa de muerte que no necesitaba más explicación.
El piloto nos miró, su rostro pálido por el miedo, y asintió frenéticamente mientras encendía los rotores. La máquina comenzó a elevarse Tony y parte del equipo subieron.
──Athenea, no me dejes… ──susurré a su oído, una súplica desesperada saliendo de mis labios. ──. Nena si mueres, me iré contigo, te voy a buscar...
El helicóptero ascendía, el mundo se reducía a este pequeño espacio donde la vida de la mujer que amaba pendía de un hilo. Apreté su mano, decidido a mantenerla presente, a no dejar que se apagara. Revise su cabeza con cuidado, la sangre salía de su frente.
Mierda.
Mierda.
Busque sus signos vitales, sostengo mi arma con fuerza, si no consigo nada.
Me voy con ella.
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Athenea
RomanceElla había saltado sin miedo a mi mundo, se había sumergido en mi oscuridad sin vacilar, dispuesta a enfrentar todo por mí. Y yo, dispuesto a desafiar al mundo entero por ella. No había piedra bajo la cual no miraría, no había esquina del mundo adon...