capítulo 54

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Capítulo 54
Red
Explosión.


Llevo a Athenea de la mano mientras recorremos los pasillos del hospital. No quiero que sepa a dónde vamos aún; quiero que sea una sorpresa. Me esfuerzo por esconder mi emoción, no soy alguien de mostrar mucho, pero esta vez es diferente. La bala que casi se la lleva me hizo ver la fragilidad de nuestro tiempo juntos. Quiero exprimir cada momento que nos queda.
Le abro la puerta que da a la azotea, y el cielo se llena de colores mientras el sol se pone. Todo está perfectamente preparado, mis hombres se aseguraron de que todo estuviera en su lugar. Bajo el cielo despejado, una mesa con una cena caliente nos espera.
A pesar de no ser alguien romántico, tengo que aprovechar esta oportunidad. Quiero mostrarle a Athenea cuánto la valoro. Le separo la silla, y ella se sienta sin dejar de observarme. Puedo sentir sus ojos fijos en mí mientras ocupo mi lugar frente a ella.
Nos miramos en silencio por unos momentos antes de que ella rompa el hielo.
──¿Recuerdas la primera vez que cenamos juntos? ──pregunta.
Sonrío y asiento.
──Fue la mejor noche de mi vida ──le respondo──. Te vi sonrojar por primera vez y te volviste mi adicción.
Athenea sonríe y baja la mirada hacia su plato de comida.
──Y eres muy malo con las adicciones.
Nos reímos suavemente, disfrutando de la compañía del otro y del momento de tranquilidad en medio de nuestras vidas caóticas. Cada bocado sabe mejor porque lo comparto con ella, sabiendo que esta paz es efímera. En pocas horas, la guerra se desatará. El plan está en marcha: vamos a lanzar un ataque decisivo contra los líderes de la mafia italiana.
Miro a Athenea, y a pesar de todo, la veo en paz con lo que se avecina. Está decidida, su mirada lo dice todo. Aprovechamos el momento para hablar de cualquier cosa que no sea nosotros ni lo que viene. Hablamos de recuerdos, de planes aislados, de risas y anécdotas sin importancia. Todo es parte de un breve escape de la realidad.

Llega el momento que he estado esperando. Con un gesto pausado y calculado, desplazo una caja de terciopelo sobre la mesa hacia ella. Athenea la observa y sonríe, curiosa.
──¿Qué es eso? ──pregunta, con una chispa de diversión en sus ojos.
Le digo simplemente:
──Ábrelo.
Ella lo hace y sus ojos se ensanchan al ver lo que contiene: un anillo, un enorme diamante en forma de óvalo, incrustado en una argolla cubierta de pequeños diamantes.
Tomo aire y le hablo, sabiendo la importancia de este momento.
──No va a reemplazar el primero ──le digo, mis ojos fijos en los suyos──, pero mi esposa merece lo mejor del mundo, y nadie la toca, nadie la mira. Mi promesa de hacer el mundo arder por ti está por cumplirse.
Athenea sonríe, y veo en sus ojos que comprende lo que le estoy ofreciendo. No es solo un símbolo de nuestro amor, sino también una declaración de nuestra fuerza conjunta.
El sol continúa su descenso, pintando el cielo de colores naranjas y rojos, reflejándose en los diamantes del anillo. En ese momento, todo parece posible. Ambos sabemos que estamos frente a algo grande y transformador. El tiempo corre, pero por este instante, es solo nuestro. Nos miramos a los ojos, conscientes de la tormenta que se avecina, pero decididos a enfrentarlo juntos.
La calma antes de la tormenta nunca había sido tan dulce.
La emoción en los ojos de Athenea me llena de fuerza mientras tomo el anillo y, suavemente, lo deslizo en su dedo. Este momento es nuestro, una promesa de lo que compartimos y de lo que está por venir. Me acerco y compartimos un beso, uniendo nuestras almas por un instante que parece eterno.
El sonido de un leve carraspeo interrumpe nuestro beso. Nos giramos al unísono y vemos a Ronin, que levanta las manos en señal de paz.
──Ya todos están en el edificio ──anuncia con voz firme pero calmada──. Tenemos 30 minutos para poder acabar con ellos.

Miro a Athenea, y en su rostro veo la misma determinación que siento en mi interior. Ella se levanta y me extiende su mano.
──Hagamos que ardan ──dice con firmeza.
Tomo su mano y me levanto también, sintiendo la chispa de la adrenalina mezclada con la tranquilidad de saber que estamos juntos en esto. Nos dirigimos hacia el borde de la azotea, dejando atrás la mesa y el atardecer. El aire se enfría a nuestro alrededor, pero mi corazón late fuerte y caliente al pensar en lo que estamos a punto de hacer.
No hay más espacio para la duda o el miedo. Al lado de Athenea, todo parece posible, incluso el enfrentar a la oscuridad más profunda con la luz de nuestro fuego. Nos dirigimos hacia el edificio, listos para cumplir nuestra promesa y hacer que el mundo arda.
Ronin se une a nosotros, su expresión es la de alguien listo para la batalla. El equipo está preparado, y el momento ha llegado. Con un último vistazo al anillo en el dedo de Athenea, sé que hemos sellado nuestro destino. Nada podrá detenernos ahora.
El tiempo corre, y la guerra se avecina. Pero juntos, pondremos fin a esto, y el mundo sentirá nuestro fuego.
Todos se levantan al vernos entrar. Dejo todo en manos de ella, es la dueña de mi vida, de mi ser, y la ama y señora de la mafia Irlandesa y si ella quiere acabar con el mundo entero, se cumplen sus órdenes.
──Pon a volar el dron. ──dice a Ronin, nadie cuestiona, no esperan aprobación de mi, hacen caso en cuanto ella habla, y así debe ser. 
Observo atentamente la pantalla mientras las imágenes transmitidas por el dron llenan la sala. Ronin está a mi lado, guiando la operación hacia su objetivo final en Roma. El dron recorre la ciudad, capturando cada detalle de nuestro próximo campo de batalla.
Ronin habla con calma mientras señala los puntos clave.
──Acabar con todos los presentes hará que Alessandro quede sin apoyo alguno. Y podremos sacarlo de su escondite ──dice, su voz teñida de una confianza que se ha ido forjando con los años.
La pantalla muestra a los hombres en el edificio, y la confirmación de sus identidades no tarda en llegar. Como sospechábamos, Alessandro no está entre ellos. No me sorprende. Probablemente esté herido y escondido en algún lugar más protegido.

Miro a Tony, el cual siempre ha sido el más silencioso del grupo. Nunca me ha cuestionado, siempre ha seguido cada orden sin titubear. Pero ahora, mientras observa las imágenes en la pantalla, puedo ver el conflicto en sus ojos. Entiende las consecuencias de esta operación más que nunca. Sabe que atacar de esta manera traerá represalias, y la Interpol no se quedará de brazos cruzados.
La orden de captura ya fue emitida. Mi rostro está en todos los lugares posibles y, con esta operación, estaremos encendiendo una chispa que desatará un infierno de búsqueda. Lo sé, Tony lo sabe, todos lo sabemos. Pero no hay vuelta atrás. Hemos llegado demasiado lejos para detenernos ahora.
──Estamos cerca ──digo, mi voz firme──. Alessandro no tendrá dónde esconderse después de esto.
Athenea coloca una mano sobre mi hombro. La guerra está aquí, y estoy listo para enfrentar cada consecuencia.
Nos preparamos para el asalto, sabiendo que lo que venga después será un desafío constante. Pero eso es el precio por la promesa que hice, y estoy dispuesto a pagarlo hasta el final. 
Estoy frente a la pantalla, observando cómo el dron escanea meticulosamente el edificio donde se ocultan los italianos. Cada rincón está bajo vigilancia. Solo tenemos un misil. No hay margen de error. No podemos equivocarnos.
Athenea rompe el silencio.
──¿Están listos? ──pregunta, mirando a Ronin.
Ronin asiente sin titubear.
──Cuando digan ──responde, su dedo posado sobre el botón de lanzamiento.
Tomo aire, consciente de la gravedad del momento.
──Hazlo.
Ronin presiona el botón y pone en marcha el dron. En la pantalla, veo cómo el misil se desprende y se dirige hacia el edificio. Es un vuelo silencioso pero letal. La explosión es inmediata y devastadora. El edificio se hace añicos. La onda expansiva es tan fuerte que por un instante perdemos la señal del dron, pero vuelve rápidamente.

Athenea deja salir el aire que había contenido, aliviada. Mantengo la vista en las imágenes, asegurándome de que hemos logrado nuestro objetivo.
──Refuercen la seguridad en todo Balcares ──ordeno con firmeza, sin apartar la mirada de la pantalla.
Athenea toma la palabra.
──Sigan los reportes del Interpol. Cualquier alerta, nos notifican.
Finalmente, Athenea se gira hacia mí, su rostro marcado por la determinación.
──Falta Alessandro.
Asiento, sabiendo que la caza aún no ha terminado y nuestro objetivo principal sigue a la fuga. La tranquilidad de este momento es solo temporal. La búsqueda de Alessandro continúa, y debemos estar preparados para lo que venga. La guerra está lejos de acabar.
Ronin me extiende un teléfono. Sé inmediatamente para quién es. Athenea ha querido hablar con los niños desde temprano. Fueron enviados a Suecia con la niñera y un equipo de seguridad por su bienestar. Aunque está más tranquila con esa decisión, sé cuánto los extraña.
La veo observando la pantalla, donde ya empieza a circular el informe de noticias sobre la explosión del edificio. Sus ojos están fijos en las imágenes, pero sé que su mente está en otro lugar.
Me acerco a ella, sintiendo la necesidad de darle un momento de paz en medio de todo este caos.
──Llama a los niños ──le sugiero en voz baja, tratando de ofrecerle un pequeño respiro de la tensión que estamos atravesando.
Ella enfoca su mirada en la mía, buscando algún tipo de aprobación o permiso para tomar ese breve descanso. Asiento, entendiendo lo que necesita.
──Ve. ──Mi tono es firme, pero cargado de comprensión.
Athenea asiente y se aleja con el teléfono en la mano. La observo mientras camina hacia la puerta preparándose para hablar con los niños. Sé que este momento es crucial para ella, y espero que escuchar sus voces le dé la paz y la fuerza que necesita.

Mi atención vuelve al trabajo delante de mí. La noticia de la explosión está por todas partes, y no tardarán en seguir otras informaciones, posiblemente vinculadas a nosotros. La Interpol intensificará su búsqueda, y las autoridades locales estarán en alerta máxima.
Sé que no puedo permitirme distraerme
Vuelvo a la mesa, empiezo a coordinar los siguientes pasos con Ronin y el equipo. Alessandro sigue siendo nuestro objetivo, y cada segundo cuenta. Pero por ahora, al menos, sé que Athenea está recibiendo la dosis de consuelo que tanto necesita.




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