Capítulo 65
Athenea Kane.
Miro mi reflejo en el espejo, y casi no me reconozco. Mi cabello ha crecido y ahora cae más allá de mi cintura, suave y brillante. La cicatriz en mi cabeza, aquella huella visible de tiempos difíciles, ha desaparecido, ocultándose entre las hebras oscuras. Me observo de pies a cabeza y pienso en cuánto he cambiado en un año. La Athenea que conocí, la mujer débil, tímida, y traumatizada, está en el pasado. Nadie que me conoció antes podría saber quién soy ahora.
Siento una fuerza nueva dentro de mí, una que se refleja en mi mirada firme y determinada. He abrazado el significado de mi nombre, convertida en una figura de poder y coraje. Ahora me siento invencible, y estoy dispuesta a todo por proteger a los míos.
Acomodo mi vestido con cuidado; está perfecto. Mi maquillaje resalta exactamente lo que quiero mostrar al mundo: seguridad y control. Miro mis manos y los dos anillos que llevo puestos me arrancan una sonrisa. Uno de ellos proclama mi lugar como la dueña de una poderosa organización criminal, un destino que he elegido con total convicción. El otro, mi alianza, me recuerda que soy la esposa de Red Kane, el temido jefe de la mafia irlandesa.
Hoy, más que nunca, sé quién soy. Y estoy lista para enfrentar cualquier desafío que se cruce en mi camino.
Mientras me alejo del espejo, el eco de mis tacones resuena en la habitación, marcando el ritmo de mis pensamientos. He recorrido un largo camino para llegar hasta aquí, y cada paso ha sido una lección en sí mismo. Mis movimientos son elegantes y calculados, reflejando la transformación interna que ha tenido lugar.
Cuando salgo de la habitación, la ambientación cambia. El pasillo está tenuemente iluminado, y aunque el silencio es casi absoluto, está cargado de anticipación. Al final del corredor, escucho una conversación susurrante que cesa en cuanto me acerco. La presencia imponente que he cultivado en este mundo no pasa desapercibida; incluso el más leve gesto mío parece tener un peso que antes nunca imaginé.
Al llegar al salón principal, mi mirada se cruza con la de Redgar. Él se encuentra entre sus hombres, pero su atención se centra en mí. Hay una complicidad silenciosa, una conexión profunda que solo nosotros compartimos. Con él, soy Athenea, su mundo, su vida y su todo.
A medida que la reunión comienza, tomo asiento a su lado, manteniendo mi postura de reina indiscutible. Los tratos se discuten alrededor de la mesa, se trazan nuevos caminos y se aseguran alianzas. Mi voz se une al coro de ideas, cada palabra medida y precisa, reflejando la experiencia ganada a través de desafíos superados.
Afuera, la noche me recuerda lo lejos que he llegado. En este mundo de sombras y luz, he encontrado mi lugar y he reclamado mi poder. Es un juego peligroso, uno que juego con pleno conocimiento de sus riesgos. Sin embargo, el temor que alguna vez me dominó ha sido reemplazado por una determinación férrea.
Mientras la reunión llega a su fin, me tomo un momento para contemplar el camino que aún se extiende frente a mí. Estoy lista para enfrentar lo que venga, sostenida por la voluntad que me define y la certeza de que, en este reino oscuro, soy tanto su regente como su protectora.
Redgar toma mi mano con firmeza y me guía a través del bullicioso galpón. Sus hombres están alerta, vigilando cada esquina, y su presencia es una constante reafirmación de la influencia que hemos consolidado. Al llegar al centro del edificio, el aire se vuelve más denso, cargado de expectativa e historia.
Dentro, el padre de Redgar, el viejo jefe de la mafia, me espera. Me recibe con los brazos abiertos, un gesto que pocos han tenido el privilegio de ver. Hay respeto en su saludo, nacido de las acciones que tomé para proteger a su hijo, para defender nuestro legado. Al cruzar frente a él, hace una leve inclinación de cabeza, reconociendo mi lugar en este universo complejo.
Su mano se alza lentamente, señalando un punto en la habitación bañado por una intensa luz. Allí, atado y vulnerable, está Tom Hills. Mi corazón late con fuerza, aunque mi exterior permanece sereno. Cuando ladeo mi rostro para verlo, siento a Redgar a mi lado, su presencia inquebrantable y confiada.
Con una voz que parece cortarle el aliento, mi esposo habla.
── ¿Qué quieres hacer con él? ¿Lo quieres vivo o muerto? Tú decides, nena. Tú decides…
Vuelvo mi mirada hacia él, y por un momento, el mundo parece detenerse. Todo empezó por culpa de Hills. Cada fractura, cada pérdida, cada cambio irreversible en nuestras vidas, fue un eco de su traición. Athenea, la mujer débil, ya no existe; en su lugar está yo, alguien que no teme encarar el peso de sus decisiones.
Sin vacilar, tomo el arma del arnés de Redgar. Él no dice nada, solo me observa en silencio, confiando en lo que estoy a punto de hacer. Camino, mis pasos firmes resuenan en el espacio, hasta detenerme frente a Hills. Lo observo en silencio, recordando el daño.
──Todo empezó por ti. Todo… ──Mi voz es un susurro que corta el silencio. Hills, visiblemente golpeado, sacude la cabeza rápidamente en una negación desesperada, pero su destino ya está sellado en mis ojos. Con una determinación que he ganado a pulso, cargo el arma lentamente.
──Ya no soy la misma. Nos vemos en el infierno. ──digo con un tono definitivo, apretando el gatillo, poniendo fin a un capítulo oscuro de nuestras vidas, listos para abordar lo que venga, juntos.
El estruendo del disparo resuena en el galpón, marcando el final de un ciclo cargado de traiciones y viejas sombras. El silencio que sigue es profundo, como si el mundo hubiera contenido la respiración junto con nosotros. Lentamente, el ambiente recupera su movimiento; los hombres alrededor bajan sus armas, y la tensión se disipa en el aire.
Me quedo un momento más observando a Hills, un recordatorio de lo que fuimos y de lo que hemos dejado atrás. Con una profunda exhalación, permito que aquella parte del pasado se desvanezca. Redgar se acerca, colocándose a mi lado nuevamente, su mano buscando la mía con un entendimiento sin palabras.
El padre de Redgar se acerca, con una mirada que mezcla aprobación y expectativas. Su presencia, tan imponente como la de su hijo, irradia autoridad. Sin embargo, hay un reconocimiento tácito de que este es ahora nuestro tiempo y espacio.
──Lo has hecho bien. ──menciona con un tono grave, su mirada entendiéndolo todo, comprendiendo el peso justo de mis acciones. No es solo un elogio, sino un paso más para afianzar mi posición junto a Redgar.
Mientras nos retiramos del galpón, la frescura de la noche me recibe con un abrazo liberador. Todo está más calmo, y las estrellas parecen brillar con intensidad renovada, como si supieran que un nuevo capítulo ha comenzado.
Camino al lado de Redgar, con cada paso alejándonos de nuestro pasado y adentrándonos en el territorio de lo que juntos construiremos. Siento su brazo rodear mi cintura, un recordatorio constante de la alianza y el amor que nos une.
──Ahora, mi mafia es tuya.
──Ahora seguimos adelante. ──respondo, una nueva certeza iluminando mi interior. ──. y hacemos que valga la pena.
Con nuestro camino despejado, estamos listos para enfrentar lo que venga, guiados por la fortaleza y la lealtad que ahora definen nuestra historia. Juntos, regresamos al corazón de nuestro mundo, listos para escribir el siguiente capítulo.
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Athenea
RomanceElla había saltado sin miedo a mi mundo, se había sumergido en mi oscuridad sin vacilar, dispuesta a enfrentar todo por mí. Y yo, dispuesto a desafiar al mundo entero por ella. No había piedra bajo la cual no miraría, no había esquina del mundo adon...